LA NOVELA

El extraordinario caso de Jack Connor

Jack era un hombre normal, pero desde aquel día, todo cambió para el...

Un obsequio para ti... lee un avance

EL EXTRAORDINARIO CASO DE JACK CONNOR


INTRODUCCION



El cielo, las estrellas, siempre han significado un enigma para el hombre, un misterio de tal magnitud que civilizaciones enteras les han consagrado vidas y rendido culto desde los tiempos más remotos. Tanto es así, que aún hoy, en la actualidad, seguimos dirigiendo nuestra ignorante mirada al profundo y oscuro espacio en busca de respuestas a las preguntas más primitivas del ser humano: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿para qué estamos aquí?, ¿Dios existe? ... estas preguntas y muchas más han revoloteado en la curiosa mente del ser inteligente que habita este planeta y al que siempre ha invadido esa insaciable curiosidad insatisfecha.

Siempre se ha especulado sobre la idea de que la tierra no es el único planeta con vida inteligente en el universo. Posiblemente, existen planetas con análogas características en nuestra misma galaxia, pero, tanto oímos todos los días, que ya no sabemos qué creer y más aún, cuando casi nadie o muy poca gente, ha tenido contacto con algún ser extraterrestre y ha podido contar abiertamente su experiencia y de haberlo hecho, tampoco se habría librado de que se le hubiera tomado por loco o enajenado.

De todos modos, de haberse dado un caso así, ese simple hecho, sería un misterio en sí mismo, un enigma introducido en nuestra sociedad, una realidad rutinaria, en la que parece que nunca pasa nada.

Con todo esto, muchos científicos afirman y manifiestan la posible existencia de mundos inteligentes en nuestro universo inmediato, e incluso algunos se atreven a asegurar que "nos vigilan", que nos observan desde lo más profundo del espacio. Nos escudriñan y estudian como si fuéramos cobayas o ratones en un laboratorio. Quizá, esta última afirmación, sea osada y contundente, pero esperemos que, en algún momento de nuestra existencia, no tengamos que ratificar lo que ahora tan atrevidamente se especula y si, como sería normal, se confirmase la existencia de seres inteligentes fuera de nuestras fronteras cósmicas, recemos, para que, en caso de un contacto masivo, éste, se celebre en son de paz.

A pesar de todo y de las escasas posibilidades reconocidas de tener un encuentro con algún ser de otro planeta, este escrito habla del caso que centra el argumento de esta historia, se trata de la experiencia vivida por una persona, cuyo relato se narra a continuación.

Su nombre es Jack Connor y lo que le sucedió, podría haberle ocurrido a cualquiera, de hecho, no es la única persona a la que le ha ocurrido, existen datos que confirman esta afirmación, aunque las evidencias nunca son lo suficientemente claras, ya que siempre se hallan envueltas en una nube de misterio, pero lo cierto, es que este hombre no ha sido el primero, ni será el último; esto, a pesar del secretismo que lo envuelve, seguirá pasando y nada, ni nadie, podrá evitarlo.

--o0o--

Diciembre de 2018...

La verdad, es que no sabría calificar la experiencia que he vivido, pero me ha servido para darme cuenta de la complejidad del ser humano como especie.

Lo que he vivido, es difícil de explicar y de creer y lo más normal es que al contarlo... me tomen por loco.

Todo empezó este verano, estábamos en un pueblecito aislado en la montaña, ¡sí!, habíamos llegado unos días antes, esa noche no me encontraba bien, habíamos cenado y estábamos sentados frente a la chimenea, que aunque apagada, ofrecía una sensación muy acogedora, aquí al atardecer refresca y se agradece reunirse al amor del hogar. Pasaban ya de las doce de la noche y me sentí agobiado por las mismas conversaciones de siempre, parece que no sabíamos hablar de otra cosa, me asfixiaba dentro y decidí salir a tomar el aire.

Era noche cerrada, sin luna, encendí una pequeña linterna que llevaba en el bolsillo y me puse a caminar hacia la carretera, salí del pueblo, atravesé un cercado, y poco a poco me adentré en el bosque, un bosque frondoso, oscuro, donde se respira el verdor de la vegetación, la humedad; un lugar sin polución.

El haz de luz de mi linterna, alumbra unos cinco o seis metros delante de mí, enfocando la vereda que se adivina a mis pies, un sendero estrecho creado por animales, posiblemente ciervos,
flanqueado por vegetación, maleza y árboles espesos y tupidos. Seguí caminando sin preocuparme de a dónde iba, sin rumbo, solo quería relajarme,
tranquilizarme.

Después de llevar andando unos veinte minutos, observé que según caminaba, la maleza se agitaba tras de mí, como si algún animal me estuviera siguiendo, un jabalí, un lobo o algo parecido, pero luego pensé que los animales no suelen tener ese comportamiento, lo normal es que huyan del ser humano, no que le sigan, así que me detuve un instante y me volví a echar un vistazo, me quedé quieto, observando.

Con la linterna, enfoqué hacia atrás y a los lados, todo estaba en calma, el ruido había cesado, ningún animal a la vista, no se veía nada en la maleza; tampoco podía ser el viento, no se movía una hoja, ni corría una brizna de aire, todo estaba tranquilo, en silencio, un raro silencio, tampoco se oía nada, ni siquiera el canto de los grillos, eso llamaba la atención, sobre todo en estas fechas veraniegas, había una extraña calma, pero no le di mucha importancia, mire mi reloj que en aquel instante marcaba la una de la madrugada y seguí caminando. Al poco rato, volví a escuchar de nuevo las sacudidas en los arbustos y en las ramas de los árboles a mis espaldas, pero esta vez, más fuerte aún.

Ya no podía ser un animal, esto era muy inquietante, un escalofrío recorrió mi cuerpo, la boca se me secó y una sensación nerviosa se apoderó de mí, miré hacia atrás sin detenerme mientras apresuraba el paso y puse rumbo de vuelta a casa, el foco tembloroso de mi linterna, creaba espeluznantes sombras que se cernían sobre mí.

Caminé durante largo rato por el angosto sendero, pero no lograba ver el pueblo, solo veía árboles y maleza, avivé más el paso, el ruido no cesaba, lo que fuera me pisaba los talones, estaba asustado, como loco por llegar a algún camino o a la carretera que llega al pueblo, pero, por más que quería salir del bosque, más me perdía en él, creo que estaba dando vueltas, caminando en círculos, el ruido a mi espalda aumentaba, los nervios me comían por dentro, yo notaba que algo extraño me seguía, que algo diabólico, me acechaba.

Desesperado corrí, quería escapar de aquello, mis ojos, buscaban desesperados la luz de alguna granja próxima al pueblo para pedir ayuda o refugio y tranquilizarme, pero solo aparecían ante ellos más árboles y agobiante espesura, creo que no me perdí, algo me decía que había sido conducido hasta ese lugar.
De repente, una luz cegadora me detuvo y caí al suelo, era una luz de un blanco absoluto, incandescente.

Deslumbrado, intenté incorporarme protegiendo mis ojos con las manos y despacio, logré ponerme en pie, la luz seguía allí, aún me encontraba algo aturdido y apenas podía abrirlos, con gran esfuerzo pude distinguir vagamente unas sombras alargadas a contraluz, en ese instante, me entró un mareo, volví a caer al suelo y no recuerdo más, creo que quedé inconsciente.

Después, al poco rato, recuerdo que desperté y enseguida tomé conciencia de que había tenido un horrible sueño, de que no estaba perdido en el bosque, sino que me encontraba tumbado sobre mi cama, me pasé la mano por la frente para secarme el sudor y me incorporé, miré a mi izquierda y vi la mesilla de mi habitación con el despertador, que en ese
mismo instante sonaba, el caso es, que lo que acababa de vivir, me había parecido completamente real, aunque lo más cómodo para mí, era pensar que había tenido la pesadilla más auténtica y horrible de mi vida.

Una tranquilidad aplastante me invadió, el verme de repente en casa, en mi habitación, fue un bálsamo para mí. La verdad, es que, a pesar de todo, me encontraba como si hubiera dormido diez horas, estaba descansado y pleno de energía; el reloj marcaba las siete de la mañana, volví a mirar todo a mi alrededor, para asegurarme de que era cierto lo que mis ojos me mostraban, de que no estaba teniendo otra alucinación, efectivamente me encontraba en mi habitación, de la casa del pueblo.

El pitido del despertador me recordó que esa misma mañana salíamos de viaje de vuelta a la ciudad, había que trabajar al día siguiente. Trabajo en la oficina de una empresa multinacional de venta de vehículos, mi nombre es Jack, Jack Connor, he venido con mis amigos a un pueblecito que conoce uno de ellos, Robin Whites, el pueblo está escondido en la montaña, y hemos estado el fin de semana, pero mañana hay que trabajar y hoy pensábamos regresar de vuelta a la ciudad.

Apago el despertador, aparto las sabanas y salgo de la cama, aún es pronto, no se oye a nadie por la casa, voy al baño, es un baño antiguo y no hay agua corriente, tengo que coger un cántaro pequeño y poner agua en una palangana, me lavo la cara y miro por la ventana que tengo al lado, ya está saliendo el sol, hay claridad. Desde la ventana se ve el campo verde y las montañas, algunas vacas pastan a sus anchas, las gallinas comienzan a salir del gallinero. Me miro al espejo, veo mis ojos enrojecidos, me tranquilizo a mí mismo diciéndome que están irritados de dormir, me vuelvo a fijar más detenidamente en ellos y me quedo helado cuando veo un pequeño anillo verde que rodea mis pupilas, abro los ojos al máximo, y enciendo la luz, los observo con más detalle y percibo algo inquietante, el anillo verde aparece y desaparece.

Resplandece de forma intermitente, es de un verde fuerte, eléctrico, no está constantemente en los ojos, permanece unos segundos y desaparece poco después. Me he puesto nervioso, me paso ambas manos por la cara e instintivamente me llevo una mano al abdomen, toco mi vientre, en ese instante me viene a la cabeza la primera película de Alien, me palpo hundiendo los dedos, no se mueve nada en mi interior, por un instante me he asustado pensando que podría salir algo horroroso de mi estómago, pero no, afortunadamente todo parece normal, aunque me encuentro raro, es una sensación extraña; vuelvo a recordar la pesadilla de nuevo, -- ¡parecía tan real!--; pienso en voz alta, en ese instante comienzo a oír voces fuera de mi habitación, los demás ya están bajando a desayunar, empiezo a vestirme y me dispongo a bajar, afortunadamente ya tengo las maletas y todo preparado, ahora recuerdo que anoche antes de acostarme, estuve un buen rato dedicándome a ello, mientras, los demás se habían ido a acostar.

Entro en la cocina y allí están todos, a punto de sentarse a la mesa. María Olsen, la dueña de la casa ya ha encendido el fuego de la chimenea para calentar la leche para el desayuno y se respira el típico olor a chasca de leña ardiendo que le da al ambiente esa sensación tan característica de aldea rustica y perdida en las montañas.

¡Buenos días!, saludo al entrar, me devuelven el saludo y tomamos asiento. Ya en la mesa, con todos reunidos y aunque no hay mucha gana de hablar, se respira alegría y optimismo por emprender el viaje de regreso.

Es una mesa rectangular, grande, bastante antigua, como todo lo demás, María la preside, yo estoy a un lado, a mi derecha está Robin, de frente tengo a George, y frente a Robin se sienta Jacob, nos conocemos desde hace años, hemos ido juntos a la universidad, nos solemos reunir al menos dos o tres veces al mes, todos los meses, es como una costumbre, un ritual.

¡Por favor!, ¿me pasas la mantequilla?, me pregunta Jacob mientras alarga la mano para cogerla, yo inmediatamente alargo mi mano, la cojo y se la acerco a la suya, al hacerlo, noto una vibración extraña en la mano, creo que ha sido al coger el recipiente de la mantequilla.

--¡Bueno!, ¿no decís nada hoy?,-- pregunta María rompiendo el hielo, --¡ayer tan parlanchines y hoy callados como muertos!, ¡cómo se nota que mañana curráis!, ¿eh?,-- continuó, metiendo el dedo en la llaga.

--¡Pues sí María, eso es lo que nos pasa!, ¡que estamos muy bien en tu casa y nos cuesta irnos!,-- le respondí yo, mientras cogía el azucarero y me ponía dos terrones en el café humeante; al dejarlo en la mesa volví a notar la misma vibración, me quedé extrañado mirando el azucarero, miré también mi mano; en ese instante George me pregunta, --¡bueno!,
y ¿qué te pasó anoche, que te levantaste de repente y te fuiste como una exhalación?, ¿A dónde fuiste?--
le miro sorprendido y le pregunto, --¿Qué?, ¿Cómo dices? --

--¡Sí!, ¡hazte el tonto ahora!,-- me responde airado, y sigue hablando, --¡estábamos todos en la chimenea comentando el partido de futbol y tú te levantaste y te fuiste!, ¡saliste de la casa y te largaste!, ¡estuvimos preocupados por ti!, ¡salimos a ver que te había pasado!, ¡te buscamos por los alrededores y como no te vimos, fuimos hasta la carretera!, ¡salimos del pueblo!, ¡anduvimos como cinco kilómetros y después nos volvimos!, ¡nos tuvimos que volver después de buscarte durante tres horas!, ¡llegamos aquí a las cuatro y media de la madrugada y aún no habías regresado!, ¿no te parece que merece una explicación?...--

Todos, callados me miraban, incluida María, George, me atravesaba con la mirada esperando una respuesta, su cara era de verdadero enfado, yo no sabía qué decir, pero algo tenía que responderle, entonces, simplemente le miré fijamente a los ojos durante cinco segundos, en ese corto intervalo de tiempo, observé como se destensaba el gesto de su cara, y no llegué a abrir la boca, cuando él me dijo,

¡Bueno!, ¡creo que tampoco tiene tanta importancia!, ¡no te preocupes!, ¡tus razones tendrías!, y sin más volvió a lo suyo mojando la tostada en el café, como si nada hubiera pasado, como si de repente se le hubiera olvidado, los demás, se quedaron boquiabiertos, callados, mirándole, extrañados por ese cambio de actitud, por ese comportamiento inusual en él.

George, no lanza una pregunta para no obtener respuesta, porque precisamente George, es muy testarudo y tenaz con las cosas que no entiende, María, nos miraba despistada, sin saber de qué iba la cosa, mientras, Robin y Jacob se miraban encogiéndose de hombros. Si quisiera explicar lo que ocurrió en ese instante, ya que ni yo mismo me aclaro, es que no llegué a responder a George, únicamente le miré fijamente a los ojos, y en ese instante cambió de actitud. No comprendía nada, a continuación, comenté, mirando alternativamente a Robin y Jacob...

--La verdad, es que lo único que recuerdo es que después de acabar de estar en la chimenea hablando con vosotros, nos levantamos todos y decidimos jugar una mano a las cartas, que después de llevar un rato jugando, Robin se caía de sueño y se fue el primero a acostar, después echamos algunas manos más y nos fuimos todos a la cama, y que antes de acostarme estuve un buen rato preparando las maletas para tenerlas listas para salir hoy cuanto antes, por eso me puse el despertador a las siete de la mañana como acordamos todos, ponerlo antes de acostarnos, ¡eso es lo que pasó!, ¡lo recuerdo perfectamente!, -- aseguré, Jacob en ese instante añadió, ¡Efectivamente!, ¡así es!, y precisamente nos tuvimos que levantar de la mesa, justo cuando iba a plantaros un magnifico póker de ases que llevaba en ese momento y me fastidiasteis suspendiendo la partida... ¡cachondos!, ¡si George!,-- le mira efusivo mientras le da con el dorso de la mano en el hombro, --Además tú me dijiste que solo llevabas dobles parejas y que te había salvado la campana!, ¡no me digas que no te acuerdas!,--

Robin en ese instante exclamó, --¡chicos!, ¡yo me aburría y se me cerraban los ojos!, ¡intentaba no dormirme, pero no me salía ninguna mano buena!, ¡estaba harto de pasar!, ¡lo único que me salían, eran malas cartas!, ¡ni un trío!, ¡ni una pareja siquiera!, ¡no llevaba nada nunca!, por eso al final os tuve que dejar--

George, confundido y dudoso, miró a Jacob y a Robin, arrugó el ceño como si no supiera de lo que le estaban hablando, no entendía nada e insistió diciendo, --¡pues yo estaba muy despierto y se lo que vi!,-- y sin más, entre los tres se enzarzó una discusión...
--¡bueno chicos!, ¡calma!, ¡ya está bien!--
cortó María, -- ¡la primera que se fue a acostar fui yo!, y parece que esta noche os habéis tomado más de un chupito, porque veo que nadie recuerda nada de lo que hizo, así que daos prisa que el tiempo corre! --

No sé, el caso es que yo no recordaba nada de lo que me había hablado George y parece que cada uno tenía una versión de lo que había sucedido, pero yo no recordaba otra cosa, solo lo que había contado.

Después del desayuno acordamos bajar las maletas al coche, yo subí a por las mías, volví a la habitación, cogí mi equipaje, una mochila y una bolsa de mano, me dispuse a bajarlo, antes de cerrar la puerta, eché un último vistazo por si me dejaba algo.

Según bajaba por las escaleras, se me fue la cabeza, era como un mareo, me detuve un instante y cerré los ojos poniendo una mano en la pared, en ese momento vi unas imágenes muy claras en mi mente, era como un video, un accidente, veía un vehículo dar vueltas de campana, y como fallecían sus ocupantes. El vehículo que aparecía en mi visión, iba por una carretera, la F-285.

Yo no sabía cómo podía haber "visto" eso, no tenía ni idea, había sido una visión, pero no me explicaba por qué aparecía en mi mente y porqué se quedó grabado en ella el número del poste kilométrico de la carretera donde ocurrió el accidente. Después, se me pasó el mareo, todo pasó en unos segundos, lentamente, bajé las escaleras y metí mi equipaje en el coche, hoy conducía George, yo iría delante con él, Robin y Jacob, irían en los asientos de atrás.

Llegó la hora, nos despedimos de María, nos montamos en el coche y nos pusimos en marcha. Pararíamos en una gasolinera a unos quince kilómetros del pueblo. George puso la radio, Jacob y Robin llevaban una acalorada discusión de futbol y yo, no dejaba de darle vueltas a las imágenes que acababa de ver en mi mente, entonces, pregunté a George,

--¡Oye George!, ¿por qué ruta vamos a ir?,-- George responde, --¡primero pondremos gasolina!, después iremos por la carretera que va hacia el sur, unos tres kilómetros, después haremos unos doce kilómetros por la autopista y por último saldremos por la F-285 donde nos quedarán unos 400 kilómetros.

No me lo podía creer, acababa de ver claramente en mi mente el accidente de un vehículo que se estrellaba muriendo sus ocupantes en esa carretera y daba la casualidad de que era la misma que nosotros íbamos a tomar para regresar a casa; volví a preguntar a George... --y
en vez de la F-285, ¿no podríamos ir por otra ruta?,-- --¡pues sí!,--
me responde, --¡afortunadamente tengo muy bien estudiado el itinerario!,  podríamos ir por la H-428, pero daríamos un enorme rodeo y haríamos casi ciento setenta kilómetros más, y si queremos llegar más pronto a casa, ¡no nos interesa!,-- me contestó tajante, --¿por qué me lo preguntas?,-- me inquirió seguidamente, la verdad, es que no sabía qué responderle, ya casi estábamos llegando a la gasolinera y una gran inquietud interna me estaba invadiendo, por un lado me daban ganas de contárselo, que había tenido una visión, en la que se estrellaba un coche en esa misma carretera, ¡que podríamos ser nosotros!, pero conocía muy bien a George, es un tipo bastante pragmático y no cree en cosas que no se pueden demostrar, es del pensamiento de "menos teoría y más práctica", de los que no creen si no ven. Por otra parte, no entendía por qué me pasaba esto, ahora me daba cuenta de que algo extraño me estaba ocurriendo, tenía una sensación de bienestar apabullante, y sentía como si pudiera ver, o adivinar lo que va a ocurrir, pero no tenía explicación.

Por fin, llegamos a la gasolinera, George, detuvo el motor, se bajó del coche y llamó a un operario de la estación de servicio, éste, le llenó el depósito y a continuación, reanudamos la marcha.

Fue entonces, cuando en vez de responder a su pregunta, le ordené con tono imperativo, categórico, con decisión, --¡George!, ¡creo que esa carretera es peligrosa!, ¡no deberíamos ir por ella!, ¡vamos a tomar la H-428!... -- George, me miró un instante, y me dijo, ¡está bien!, ¡eso haremos!.

Jamás en toda mi vida, me había dado la razón tan rápidamente, George es un tipo muy sesudo, seguro de sí mismo, al que tienes que convencer, y no con cualquier paparrucha, sino con buenos y sólidos argumentos, no te lo pone fácil, y yo, sólo había tenido que desearlo y ya lo había conseguido, no tenía claro si mi sentimiento en ese momento era de asombro, de preocupación o de satisfacción, pero creo que lo que me pasaba, empezaba a gustarme y pensaba ponerlo en práctica.

Robin y Jacob se dieron cuenta del cambio de ruta y preguntaron a George porqué había tomado esa decisión sin contar con ellos y George como siempre, les convenció diciéndoles que esa ruta era más segura que la otra, a lo que no opusieron ningún tipo de objeción, las decisiones de George siempre habían sido muy respetadas y tomadas en cuenta, precisamente por ser una persona muy equilibrada.

El viaje se hizo más largo, pero yo estaba infinitamente más tranquilo. Después de unas horas más ya casi habíamos llegado, todo había ido de perlas, habíamos hecho más kilómetros, pero había merecido la pena, habíamos hecho dos paradas más antes de llegar y ya era de noche, pero había sido un viaje entretenido y lo más importante, muy seguro. George, dejó a nuestros amigos Jacob y Robin en una estación de tren, salimos los cuatro del coche, nos abrazamos y nos despedimos de ellos, desde allí regresarían a sus respectivas casas y yo, me quedé cerca del parque Horsel, que era lo único que me separaba de mi casa, sólo tendría que atravesarlo y habría llegado.

Yo mismo le dije que me dejara allí, frente a la puerta del parque, porque me lo conocía de memoria, era el lugar donde había jugado de niño, había crecido teniendo aquel parque frente a mi casa y era donde solía ir cuando tenía exámenes para concentrarme y estudiar, era casi un refugio para mí.

Me bajé del coche, abrí el portón trasero, cogí mi mochila y mi bolsa de mano y me despedí de George, ¡Bueno George!, ¡ha sido un fin de semana fantástico!, ¡muchas gracias por llevarnos!, le dije, George salió del coche y dándome un abrazo me respondió, ¡pásatelo bien Jack!, y vete preparando para el próximo!, ¡cuídate!, Nos miramos con una sonrisa y nos despedimos, George se metió en su coche y se marchó a su casa.

Allí me encontraba de nuevo, frente a las puertas del parque; me quedaban aproximadamente unos veinte minutos hasta llegar a casa, pero me apetecía caminar, después de casi nueve horas de viaje, la mayoría de ellas sentado en un coche, se agradecía estirar las piernas y respirar un poco de aire puro, aunque no se podía comparar con el clima que reinaba en el lugar de donde veníamos.

Eran más de las diez de la noche y en la ciudad no se ve la luna, la polución genera una capa de impureza tan densa que ver la luna, es casi un milagro.

Así que inicio la marcha, contento hacia casa, me pongo unos auriculares, conecto mi móvil y selecciono el álbum The Wall de Pink Floyd, mi preferido. El parque está oscuro y bastante desierto, aunque eso no me preocupa demasiado, lo he visto así muchas veces.

Después de unos diez minutos andando, veo frente a mí un grupo de chicos discutiendo, he de pasar por donde están ellos, es la ruta hacia mi casa. Al llegar a su altura, me doy cuenta de que cuatro de ellos, están maltratando a un chico, va bien vestido y parece extranjero, éste les suplica que le dejen en paz, que sólo quiere irse a su casa, los otros, se burlan de él,
forcejean para quitarle el reloj, le zarandean y le empujan, el chico cae al suelo y los otros se echan encima, yo me detengo ante ellos sin decir nada, me quedo mirándoles; uno de ellos, que parece el cabecilla, se me queda mirando, se incorpora y se acerca a mí amenazante, preguntándome, --¡eh!, ¡tú!, ¿Qué coño miras?, ¿quieres recibir también?,-- yo, no abrí la boca.

--¡Eh!, ¡chavales!, ¡mira por donde, tenemos aquí un "pavo" que también quiere que le demos una lección!, ¡y además nos trae la cena!, ¡lleva una mochila y una bolsa!,-- les grita a los otros, que inmediatamente dejan de acosar al pobre chico en el suelo y se levantan dirigiéndose hacia mí.

Allí estaba yo, en una situación comprometida; hace tan sólo unas horas estaba tan feliz, disfrutando de la compañía de mis amigos volviendo de un viaje de fin de semana de lo más satisfactorio y de repente al llegar a la ciudad, me encuentro con esto, tenía a cuatro individuos con ganas de pelea frente a mí, quién iba a imaginarlo, ¿verdad?

--¡Chicos!, ¡no quiero problemas!, ¡pero os pediría que dejéis tranquilo a ese chaval!, ¡que se vaya a su casa! …-- les dije, a lo que el cabecilla responde --¿habéis oído?, ¡aquí el amigo nos pide que dejemos tranquilo a ese chaval y que se vaya a su casa!, ¿Qué os parece? -replica preguntándoles y repitiendo mis palabras con tono de burla mirándome con desprecio, y continúa preguntándome...

--¿Y si no lo hacemos?, ¡qué!,-- me pregunta, acercándose y arrimando su cara a la mía, mientras intenta cogerme la bolsa de la mano, al notarlo, se la retiro de golpe y le digo --¡no toques mi bolsa...!,-- en ese instante, me interrumpe, --¿o qué?, ¿o qué?, ¡payaso!, ¿Qué va a pasar?, ¡idiota!,-- me pregunta insultándome muy enfadado, mientras me empuja dándome fuertemente con la mano en el hombro; en ese instante, un calor me sube desde el estómago y una sensación de rabia me invade, le miro a los ojos y veo que para en seco, cambia la expresión de su cara y retrocede. Los otros sin moverse, me miran con cara de asombro, el cabecilla les dice --¡vamos tíos!, ¡vámonos de aquí!, ¡este tío es muy raro!, ¡vámonos rápido!,-- dos de ellos al retroceder, caen hacia atrás del pánico, se incorporan como pueden y salen los cuatro corriendo hasta perderse de vista, ni siquiera vuelven sus cabezas para mirarme.

Ya, más tranquilo, me acerco al chico que aún se halla en el suelo, le tiendo la mano y le ayudo a incorporarse, --¡muchas gracias!,-- me contesta, --¡anda te acompaño!,-- le digo, él me sonríe y nos alejamos de ese lugar. Mientras caminamos, el chico me pregunta, --¿Cómo lo haces?, ¿cómo hago qué?,-- le respondo extrañado, --¡pues eso!, ¡poner los ojos verdes!,-- me respondió mirándome, en ese instante recordé lo que vi en mis ojos por la mañana, el circulo verde que rodea mis pupilas, pero no imaginaba que eso se manifestaría de ésta forma, de hecho, lo había olvidado por completo, --y … ¿Qué es lo que has visto?,-- le pregunté al chaval, --pues, es como un punto verde muy luminoso que se te pone en los ojos y la verdad, es que impresiona,-- me dijo Jonah que es como se llama el chico, --¡ya veo ya!,-- le dije convencido, y añadí, --¡bueno!, ¡lo importante es que estamos bien!, y ¡volvemos a casa!, ¿no?, ¡pues si!-- me contestó, mientras sonreíamos los dos.

Cuando salimos del parque, ya estaba frente a mi casa, solo cruzar la calle y ya está, curiosamente Jonah seguía el mismo camino, hasta que descubrimos que nuestras casas estaban una al lado de la otra, éramos vecinos, ¡mira que coincidencia!, entonces nos despedimos --¡bueno Jonah, cuídate y ya nos vemos!,-- le dije, y él me responde, --¡muchas gracias por ayudarme Jack, no lo olvidaré!,-- nos dimos la mano y sellamos nuestra amistad, seguidamente, entramos en nuestros respectivos portales.

Después de haber saludado a mis padres, cenado, charlado y de celebrar mi regreso, me di una aliviadora ducha y me acosté.

A las seis y media ya sonaba el despertador, había que levantarse e ir a trabajar, cogí mi coche y me encaminé hacia la empresa. Está en la zona centro, pero tenemos aparcamientos propios para los empleados, con lo que no tenemos que andar buscando sitio ni pagar parking, la verdad, me siento un privilegiado. 

Llego a mi plaza de garaje, aparco mi coche y subo por la escalera hacia el pasillo que conduce a los ascensores, ¡tengo que llamar a Dana!, pensé en voz alta, Dana es mi novia, anoche ya no la llamé por todo lo que pasó y lo tarde que era, pero hoy la llamo sin falta, espero que no se enfade. 

Me dirijo a los ascensores centrales y tomo uno de ellos, subo a la planta quince y entro en la oficina, es una oficina grande, ocupa toda una planta del edificio.

Me dirijo a mi mesa y me siento, abro el book, saco mis papeles y una libreta, conecto el ordenador y entro en la aplicación de la empresa. En ese instante, noto un zumbido fuerte en mi cabeza, es como un sonido constante, como un aviso; automáticamente mi vista se dirige a la puerta de mi jefe, está cerrada, cuento diez segundos, la puerta se abre de golpe, veo a mi jefe que sale como una exhalación, se dirige hacia donde me encuentro visiblemente enfadado, se pone frente a mí y me dice, poniéndose apoyado con los puños sobre mi mesa arrimando su cara a la mía, 

--¡A ver Sr. Connor!, ¡espero que se lo haya pasado bien el fin de semana, pero quiero que me explique, por qué no tengo encima de mi mesa el informe de ventas que le pedí el viernes y que me hace falta para ya!,-- yo le respondo, --¡buenos días Sr. Goodman!, ¡no se preocupe!, ¡el viernes no me dio tiempo a terminarlo antes de que usted se marchara, pero antes de irme lo acabé!, ¡aquí lo tiene!,-- abrí un cajón del book y saqué una carpeta verde, que le entregué, Goodman la abrió, hojeó los documentos, me miró y su cara cambió de expresión, ya no parecía tan peligroso, --¡muy bien Sr. Connor!, ¡no esperaba menos de usted!,-- me dijo y a continuación se volvió rápidamente de nuevo a su despacho cerrando la puerta de golpe.

Marina, una compañera que tengo justo enfrente, me miró sonriente felicitándome por mi reacción. Marina es morena, tiene buen tipo, viene siempre muy arreglada, muy perfumada, muy pintada, hace tiempo que me tira los tejos y es la correveidile del jefe. La mañana pasa con algunos contratiempos que otros y llega la hora de tomar el café.

Me levanté de mi mesa y me dirigí al office, saqué unas monedas de mi bolsillo y las eché en la máquina. El vaso de cartón, cayó de golpe en la plataforma y según caía el chorro de café, noté como alguien se me acercaba sigilosamente, me volví y Marina estaba sonriente frente a mí, mirándome, con los ojos recién acicalados, se había soltado el pelo, se había pintado los labios de un rojo vivo y la verdad, es que estaba preciosa, es una de las chicas más atractivas de la oficina, hace tiempo que va detrás de mí, ya sabe de sobra que Dana es mi novia, pero es muy tenaz, testaruda y no se rinde tan fácilmente, ya se lo he dicho un montón de veces, pero lo suyo es acosar. 

Lo peor que tiene Marina, es el grupo de amigas con las que se relaciona, son de la oficina y son muy indiscretas y chismosas, --¡hola Marina!, ¿también necesitas una dosis de cafeína?,-- le pregunto con tono sarcástico, --¡bueno!, ¡si te dijera de qué necesito yo una dosis, seguro que te quedabas de piedra!,-- me dijo mientras ponía unas monedas en la máquina del café, sonriendo pícaramente y mirándome de reojo, --¡bueno!, ¡puedes intentar decírmelo, a lo mejor te sorprende mi respuesta!,-- le respondo sonriendo y seguidamente tomo un sorbo de café. 

De vez en cuando, tenemos este intercambio de frases subidas de tono, a ella le gusta provocarme y yo, le sigo el rollo; al coger el café, se aproxima a mí y me dice susurrándome al oído, --¡no te arrimes mucho a mí, por si te quemas!,-- --¡ooh!,-- exclamé sonriendo y echándome un paso hacia atrás --¡lo tendré en cuenta, muchas gracias!,-- le respondí mientras se alejaba contoneándose.

Después de tomarme el café y relajarme un poco, vuelvo a mi mesa, llamo a Dana, y le cuento lo bien que me lo he pasado el fin de semana en ese pueblecito de la montaña y quedamos para la hora de la cena, estuve un rato hablando con ella, después, reanudé mi trabajo, redactaba otro informe de ventas de este año que me había encargado Goodman, que parece que le encanta endosármelos a mí. Mientras miro la pantalla del ordenador, no dejo de pensar en las cosas extrañas que me vienen sucediendo últimamente, seguía dándole vueltas y más vueltas y no encontraba explicación. Me detuve un momento en mi trabajo y quise hacer un experimento, me fijé un instante en la grapadora, extendí mi mano y la fui acercando como si fuera a cogerla, quería saber si notaria de nuevo la extraña vibración, que había notado por la mañana en el desayuno del día anterior.

Mi mano, se encontraba a una cuarta aproximadamente de la grapadora, la miré fijamente, en efecto, volví a notar la vibración y en ese instante, ante mis atónitos ojos, la grapadora se movió sola y se acercó a mi mano, hasta tocarla.

No daba crédito a lo que veía, la grapadora, se había deslizado rápidamente como unos veinte centímetros hacia mi mano... ¡ella sola!. Ocurrió únicamente con poner mi mano frente a ella. Yo no salía de mi asombro, ¿qué me estaba pasando?, --¡esto no es normal!,-- me dije a mi mismo en voz baja, mi corazón se aceleró, no estaba asustado, pero intuí que esto tan extraño que me ocurría, no se iba a solucionar de la noche a la mañana. Volví a hacer el experimento con otro objeto de mi mesa, ahora elegí un portarrollos de celofán, --¡es un objeto más pesado!,-- pensé, coloqué la mano abierta frente al portarrollos, pero a una distancia mayor, miré al objeto fijamente, noté la misma vibración que antes y el portarrollos se desplazó de igual manera... veloz hacia mi mano.

Me quedé mirando como un tonto el portarrollos, asombrado; acto seguido alcé la vista y miré al frente, hacia la mesa de Marina, la sorprendí guardando el móvil, mirándome, me percaté de que me había visto, lo había visto todo, tenía la cara seria y me miraba con expresión entre asombrada y asustada, como si no me conociera, lo único que se me ocurrió, es hacerle el gesto del dedo índice en la boca exigiendo silencio. Sabía, que si Marina se iba de la lengua tendría problemas, aunque posiblemente no la creerían, pero ante la duda prefería advertirla de que no dijera nada de lo que había visto.

-- Tenía que poner alguna solución al respecto así que a continuación, me levanto de la mesa y me dirijo hacia ella que no me quita ojo, no aparta su mirada ni un milímetro de mis ojos, seria y callada, --¡hola Marina!, ¿qué te ocurre?, ¿por qué me miras así?,-- le pregunto para tantear, pensaba contarle que estoy yendo a unas sesiones esotéricas y que conozco a un quiromante que practica la telequinesia y me está enseñando a mover objetos con la mente,  -¡algo le tenía que contar!.

-- ¿Cómo has hecho eso Jack?,-- me preguntó sin responder a mi pregunta, --¿el qué?,-- me hago el tonto, --¿me tomas el pelo Jack?, ¡he visto perfectamente cómo has movido una grapadora sin tocarla!,-- --¡ah!, ¿sí?,-- le pregunto con cara de asombro, y... --¡he visto un portarrollos caminar solito por tu mesa!,-- --¡vaya, Marina!,-- le respondo, --¡pues a cualquiera que le cuentes eso, te va a tomar por loca!,-- dije para disuadirla, aunque sabía que no iba a ser tan fácil, no obstante a continuación le explico...

--¡Mira!, estoy yendo a un quiromante, me da unas sesiones de esoterismo y el tío, domina el arte de la telequinesia, me está enseñando como se hace y creo que estoy aprendiendo bien, ¡se va a alegrar cuando le diga que ya he conseguido mover algún objeto!, lo he intentado en su sesión, pero no lo había conseguido... ¡hasta ahora!. -le cuento con una amplia sonrisa en mi cara, pero al ver la expresión de la suya, entendí que no me creyó ni una palabra.

--¡Ya!, ¡pues no me creo nada de toda esta historia que me cuentas Jack!, ¡creo que no estas siendo sincero conmigo!,-- me dice;  en ese instante, el Sr. Goodman sale de su despacho y yo disimulo con Marina pidiéndole un expediente.

--¿Cómo va mi informe Sr Connor?,-- me pregunta al pasar parándose a mi altura, --¡lo tengo casi terminado Sr Goodman!, ¡solo me falta pasar las estadísticas del último mes y se lo entrego!,-- le contesto, --¡bien!, ¡pues a ver si lo tiene listo antes de que yo me vaya!, ¡cuando lo tenga, pásemelo sin demora, por favor!,-- exclama y continúa su camino, yo, sigo observando a Marina, que no deja de mirarme seria y me volví a mi mesa a redactar el dichoso informe, eran casi las dos de la tarde, había que comer y quería entregárselo antes de las cinco.

Tardé poco en comer y subí rápido para continuar mi tarea, me senté en mi mesa y vi a Marina en la suya hablando por teléfono, creo que estaba enfadada conmigo por no aclararle lo que me había visto hacer. 

Es curioso, pero no sé porque, me fijé en sus labios y me quedé de piedra cuando descubrí que podía leerlos, ¡sabia de lo que estaba hablando!, al hacerlo, noté un ligero silbido en mis oídos, era, como si estuvieran acomodándose a alguna frecuencia, a los pocos segundos, me di cuenta asombrado de que podía oírla, jamás podría imaginar que me pasaría esto, nuestras mesas estaban lo suficientemente separadas como para guardar la privacidad de las conversaciones, incluso hablando de una manera normal, y Marina estaba hablando por el auricular en voz muy baja. 

En condiciones normales sería imposible escuchar lo que dice. Me estaba dando cuenta de que poco a poco se estaban desarrollando en mí unas cualidades asombrosas, pero, no me podía explicar por qué, solo me percataba de que según pasaba el tiempo algo nuevo y asombroso me ocurría, y de momento nadie lo sabía, solo yo comenzaba a darme cuenta de que estaba adquiriendo algo así como "poderes extraordinarios". 

Marina, estaba hablando con una amiga suya, Leslie, estaba contándole lo que había visto, ¡hablaban de mí!, ¡como si no tuvieran otra cosa mejor que hacer!, parece que le había faltado el tiempo para empezar con los chismes, debí habérmelo imaginado, Leslie es una de las portavoces de sus amigas, la menos discreta, si quieres que todo el mundo se entere de algo, ¡cuéntaselo a Leslie!

No sabía muy bien qué hacer, lo primero de lo que tenía que ocuparme era del informe, sabía que el Sr. Goodman me lo pediría antes de irse y no podía decirle que no lo tengo, creo que me despediría, así que me puse de lleno con ello sin prestar atención a Marina, aunque algo me anunciaba que tendría problemas.

A las cuatro y media, me levanté de mi mesa con el informe en una carpeta para entregárselo al sr Goodman, según caminaba hacia la puerta de su despacho, la puerta se abrió, Marina salía de él, la miré extrañado mientras, ella me sonreía maliciosamente. La puerta quedó entreabierta, --¿se puede Sr Goodman?,-- pregunté asomándome sin pasar, --¡adelante Sr. Connor!, ¡pase usted!,-- la abrí del todo y entré en su despacho, cerrándola después.

--¡Siéntese Sr. Connor!,-- exclamó mientras me aproximaba a su mesa, --¡muchas gracias Sr. Goodman!,-- respondí, aunque me extrañaba que me ofreciera asiento, ya que lo normal solía ser entregar el informe y salir de su despacho, no obstante, obedecí y me senté frente a su mesa, mientras él aún, estaba con las gafas metidas en un documento que tenía entre manos.

--¡Bueno Sr. Connor!,-- exclamó guardando el documento en una carpeta que tenía sobre la mesa e introduciéndola después en un cajón de su escritorio, --¿tiene usted mi informe?,-- me preguntó mirándome a los ojos, --¡por supuesto Sr. Goodman!, ¡aquí lo tengo!, ¡precisamente venía a entregárselo!, -- le respondí entregándole la carpeta que llevaba en la mano con el informe dentro. Lo cogió de mi mano, abrió la carpeta, estuvo echándole un vistazo, y me dijo, --¡muy bien Sr. Connor, le felicito!,-- ¡me gusta la manera que tiene usted de realizar los informes, además, estadísticamente están bastante ajustados a la realidad, cosa que no es fácil, teniendo en cuenta los cambiantes índices del mercado y la influencia que tienen en los valores bursátiles!, ¡afortunadamente los valores de nuestra empresa, se mantienen al alza!,-- nada más decir esto, se quedó callado, mirándome fijamente con las manos entrelazadas sobre la mesa.

 --¡Ah!, ¡pues no sabe cuánto me alegro, Sr Goodman!,-- le respondí seguidamente con sensación de asombro y alegría a la vez, pues nunca me había hecho ningún comentario elogiante relativo a mi trabajo o a las bonanzas de la empresa y menos aún, ninguna felicitación, de todos modos, sospechaba, que todos estos halagos irían adornando algún tipo de comentario más hiriente o malintencionado. 

Intenté averiguar lo que pensaba, igual que conseguí leer los labios de Marina y oírla a una distancia inconcebible, me dispuse a intentar adivinar lo que fluía por la mente de Goodman.

Le miré a los ojos aumentados por los gruesos cristales de sus gafas y pude comprobar que no resultaba, no veía ni oía nada, ni zumbidos, ni silbidos... nada. Pude deducir sin mucho margen de error, que esto que me ocurre no surge a voluntad, sino que se manifiesta según la situación o el estado de ánimo, o quizá por sus gafas... no lo sé; con lo cual, tenía que esperar a que el Sr. Goodman, me dijera lo que me tenía que decir.

--¡Bueno Sr. Connor!,-- ¡parece que anda usted revolucionando el gallinero con no sé qué habilidades que practica en su lugar de trabajo, y me gustaría saber de qué se trata!,-- ahora entendía el verdadero motivo de tanta "cortesía" y tanto halago, me lo soltó directamente, sin tapujos; así es Goodman, claro, directo y sin ningún tipo de vergüenza, como se suele decir,

--¡Pues no sé a qué se refiere Sr. Goodman!,-- le respondí, con cara de no haber roto un plato en mi vida, --¡A ver, Sr. Connor!, como usted sabe, yo tengo ojos y oídos en toda la oficina y no me "chupo el dedo". En ese instante, Goodman abrió el cajón derecho de su mesa y sacó un teléfono móvil, tocó la pantalla y volviéndolo hacia mí, me mostró un vídeo en el que se me veía a mí, con la mano extendida y cómo una grapadora se desplazaba hacia ella y a continuación un portarrollos. 

--¡Eso es ilegal, Sr. Goodman!, ¡y usted lo sabe!, -exclamé indignado al comprobar que había sido grabado sin mi consentimiento, estaba claro que había sido Marina.

En ese instante Goodman siguió hablando, -- entonces esto... ¿Qué es?,-- me pregunta mirándome a los ojos a través de sus culos de botella, después dice, -- ¡cálmese Sr. Connor!, en realidad, lo único que quiero, es que me haga una pequeña demostración de esas... "habilidades", -- hace una pequeña pausa mientras esboza una sonrisa incrédula y burlona y continúa, ---que al parecer son extraordinarias, porque aunque haya llegado a mi esta prueba grabada, soy bastante escéptico y me gustaría verlo con mis propios ojos, ¿me va a hacer usted de hacerle de rogar?, ¿o me hará esa demostración? -- me respondió, poniendo un gesto que conozco, que no me gusta nada y que comunica, más que una petición, una exigencia.

--¡Realmente no es nada sr. Goodman!,-- ya no sabía qué decir, pero me encontraba entre la espada y la pared, realmente me había descubierto, la grabación de Marina me delataba, ¿y si en ese instante no me sale?, ¡no siempre surgen estas manifestaciones involuntarias!, pensé, así que estaba a punto de extender mi mano para hacerlo con la grapadora que tenía enfrente, el sr Goodman me miraba con los ojos muy abiertos sin perder detalle, yo, miraba mi mano y cerré los ojos intentando concentrarme, cuando en ese mismo instante, llaman a la puerta y alguien de la oficina la abre.

--¡Buenos días sr. Goodman ha llegado el Sr. Patterson, me dijo usted que le recordara que tenía una reunión con él, la tiene dentro de diez minutos, pero el sr Patterson se ha adelantado!,-- --¡vaya!, ¡es cierto!, ¡no importa!, ¡ahora mismo voy!, ¡no hagamos esperar al sr Patterson!-- dijo Goodman a su secretaria mientras se levantaba de la mesa sin quitarme la vista de encima, en ese instante dirigió su mirada a la puerta para recibir al invitado, --¡pues en otro momento será Sr. Connor!, ¡no lo olvide!,-- me dijo mientras yo me ponía en pie también y aliviado, me encaminé a la puerta, por supuesto, entendí que Goodman no cejaría hasta conseguir su propósito, aunque por esta vez, "me había salvado la campana".

Al salir de su despacho, algunas compañeras de la oficina, amigas de Marina, corren a sus respectivas sillas, ¡seguro que han estado pegadas a la puerta de Goodman escuchando la conversación!, me miran como si fuera un bicho raro, parece que el rumor se ha ido extendiendo como un virus, creo que a estas alturas toda la oficina estará enterada.

Transcurren los días y la verdad, es que el día a día se hace bastante incómodo. Llegar a la oficina se está convirtiendo en un espectáculo, todos se me quedan mirando con caras serias y mirada acusadora, como si hubiera cometido un delito, ya he visto en alguna ocasión algún corrillo alrededor de Marina, mientras ésta les enseña el móvil, aunque yo, me limito a hacer mi trabajo y a pasar de todos.

Lo bueno, es que parece que a Goodman se le ha olvidado el asunto y ha dejado de molestarme, creo que lo ha tomado como una tontería más de Marina y su grupo, o quizá está muy ocupado con otras cosas más importantes, no obstante, tengo que andarme con cuidado y ser más discreto, ahora que sé que todos me observan.

Cuando salga del trabajo iré a ver a Dana, he quedado con ella, con el trabajo y todo no he podido dedicarle el tiempo que me hubiera gustado, sus padres están de viaje y vuelven en dos días, así estaremos más tranquilos.

Dana vive a unas cuatro manzanas de donde yo vivo, aproximadamente unos veinte minutos andando, relativamente cerca.

Dana Freeman trabaja en un laboratorio, es investigadora, hace poco que se ha licenciado, tenemos un piso alquilado y queremos casarnos, ya lo hemos hablado y nos gustaría que fuera este año o el que viene, su madre está de acuerdo y me aprecia bastante, pero su padre es un poco reacio, eso de que le "quiten a su niña", no lo lleva bien, pero tendrá que acostumbrarse. 

---oOo---

En su mesa Jack reflexiona de todo lo que le preocupa, ya le queda poco para salir, solo le queda acabar un informe y enviar un correo, al poco rato recoge las cosas de su escritorio y se dispone a marcharse. El ascensor es grande, tiene un habitáculo con capacidad para quince personas, en él, Jack coincide con Sarah, una compañera de otro departamento y dos empleados de mantenimiento, todos se saludan, uno de los empleados de mantenimiento, lleva en la mano un aparato azul, es un detector de energía y campos electromagnéticos, según pone en una etiqueta amarilla. El ascensor se pone en marcha.

En ese instante en el aparato se enciende un piloto rojo y comienza a pitar, la aguja se vuelve loca, el piloto rojo no se apaga y no para de sonar.

--¡Que le ocurre a este trasto!,-- dice el empleado que lo lleva en la mano levantándolo y mirando el manómetro, a Jack le vibran las manos y comenta en voz baja; --¡oh!, ¡otra vez me vuelve a ocurrir!, ¡y ahora es más fuerte!,-- uno de los empleados le oye y le mira las manos, las manos de Jack se van iluminando hasta ponerse incandescentes, es como si fueran dos bombillas de led muy potentes, Jack se queda con la boca abierta, no sale de su asombro, Sarah grita y retrocede hacia la pared del ascensor alejándose todo lo posible de Jack, los empleados de mantenimiento estupefactos miran a Jack desconcertados apartándose de él, --¡pero Jack!, ¿qué te ocurre?,--, le preguntan, el aparato no para de sonar, lo han desconectado, el interruptor de encendido está en "off", pero su alarma sigue sonando, algo sigue conectado dentro de él.

De repente, el ascensor se queda colgado entre dos plantas, las luces comienzan a parpadear, se funden, saltan chispas de los focos, el ascensor queda a oscuras colgado entre las plantas doce y once del edificio de oficinas, pero se ilumina con la luz de emergencia y la inquietante luz que desprenden las manos de Jack.  

--¡Lo siento!, ¡no sé qué me está pasando!,-- grita Jack, mientras se mira las manos sorprendido.

Los empleados de mantenimiento, no aciertan a hablar, uno de ellos presiona la alarma del ascensor una y otra vez, aterrado por lo que está contemplando, Sarah sigue con la boca abierta sin decir palabra, la reacción del poder de Jack con el aparato, hace que la energía se desestabilice, posiblemente se ha activado algún campo magnético a través de Jack. 

El ascensor comienza a vibrar, a agitarse bruscamente, Jack, no sabe qué hacer, el aparato que llevan los empleados ha detectado una fuerza inexplicable, que altera todos los sistemas eléctricos de los aparatos de alrededor haciéndolos inestables, incluido el ascensor. Sarah y los empleados de mantenimiento siguen aterrorizados, parece que el ascensor vaya a descolgarse.

Fuera, los demás empleados han oído los gritos, se han percatado del incidente y se apostan en las puertas de la planta superior e inferior de donde se encuentra el ascensor inmovilizado, --¡hola!, ¡no se preocupen!, ¡estamos aquí!, ¿se encuentran bien ahí dentro?,-- les preguntan a voces para tranquilizarles, algunos llaman a los servicios de emergencia.

En el interior del ascensor cunde el pánico, cuando algo cruje sobre el techo al que todos miran atemorizados, uno de los ejes laterales se desprende y el habitáculo se inclina, está a punto de descolgarse, suena roce de metales y el ascensor cae unos metros a plomo, pero queda enganchado de un cable, los demás se han partido.

Los empleados gritan, Jack sigue con las manos cegadoramente blancas, indeciso y aunque va tomando conciencia del poder que tiene, aún no sabe cómo dominarlo, el elevador sigue inestable, es demasiado peso para el cable que lo sujeta, que aguanta unos segundos más, seguidamente se parte y el ascensor cae al vacío.

Jack, observa las caras de pánico de los allí presentes, que intentan denodadamente agarrarse a algo, mientras el ascensor se precipita por el hueco a gran velocidad, golpeándose violentamente con las paredes en su caída.

Jack contempla la escena, como si todo sucediera a cámara lenta, observa, cómo todo se ralentiza, los objetos se suspenden en el aire por la velocidad de caída, las muecas de espanto de sus desafortunados acompañantes y sus gritos estremecedores. Pero extrañamente, Jack está tranquilo, le invade una tranquilidad que nunca había experimentado, es como si tuviera la situación controlada. 

En realidad, no es que Jack vea la escena a cámara lenta, sino que es él mismo, quien lo provoca, a través del extraño poder que irradian sus manos, es Jack el que ha ralentizado ese momento.

Jack, de forma involuntaria, a través de sus manos, ejerce una fuerza, una energía que se irradia alrededor y de manera inexplicable amortigua la caída del ascensor controlándola, como si lo hubiera envuelto en una burbuja ralentizando todo en su interior, haciendo que descienda lentamente. Tiene las manos abiertas, entre ellas un haz de luz incandescente, como un arco voltaico, los brazos flexionados como si fuera a apoyarse en la pared, la cara relajada y apacible y lentamente, muy despacio, el ascensor se posa en el suelo del foso a metro y medio de la planta baja. La luz, del ascensor parpadea y al final, vuelve a la cabina y los allí presentes, quedan sobrecogidos, sin palabras, mirando a Jack asombrados por lo que acaban de vivir.

Todos están sanos y salvos, las manos de Jack se apagan y vuelven a la normalidad, uno de los operarios reacciona y sin perder de vista a Jack, pulsa convulsivamente los botones de apertura de la puerta, pero no funcionan, desesperado introduce los dedos en la estrecha abertura que hay entre las puertas, hace fuerza para abrirlas, para separarlas, pero es inútil, las puertas están atascadas, en ese instante Jack hace lo mismo, introduce sus dedos en la ranura y las puertas ceden, el ascensor se abre, los servicios de emergencia esperan ya al otro lado, los bomberos tienen preparado un separador hidráulico para abrirlas y estaban a punto de usarlo, se quedan boquiabiertos cuando ven a Jack desbloquearlas, dos técnicos sanitarios entran rápidamente y atienden a los empleados y a Sarah, Jack les dice que se encuentra bien y con un impulso sale de allí, un tumulto de gente, empleados, sanitarios se forma en la puerta del ascensor y Jack aprovecha la confusión para escabullirse y salir del edificio, tiene que ir a ver a Dana y explicárselo. 

--¡Madre mía!,-- exclama Jack, presa aún de la impresión, por todo lo sucedido, --y los que había en el ascensor... ¡me conocen!, ¡y lo han visto todo!,-- exclama de nuevo llevándose las manos a la cabeza, y termina reflexionando --¡bueno ya me da igual!, ¡ahora lo importante es contárselo a Dana!, ¡no sé qué va a pensar!,-- reflexiona mientras camina veloz hacia el aparcamiento donde tiene su vehículo, --¡lo más seguro es que crea que estoy loco!, ¡y si se enteran sus padres, ya me puedo olvidar de todo!, ¡de la boda!, ¡pero se lo tengo que contar!,-- se lamenta intentando conservar la calma. Frente a su coche, saca el mando, pulsa el botón, se introduce en él y sale con prisa.

Después de un rato, aparca y se dirige al portal de Dana, sube las escaleras, es un tercer piso y no quiere perder tiempo en esperar el ascensor, por hoy ya ha tenido bastante.

Toca el timbre de la puerta y Dana abre, --¡hola Dana!,-- Jack saluda, a continuación, la besa en la boca, y sin decir más pasa adentro, Dana lo mira extrañada, cierra la puerta tras él y lo sigue. Jack, se deja caer en el sofá abatido, Dana se sienta con él, preocupada, lo observa y le pregunta

--¿Qué te ocurre Jack?,-----¡nada!, ¡no me pasa nada!,-- responde Jack sin mirarla y sin cambiar el gesto de su rostro, --¡mira Jack!, ¡tienes una cara que me está diciendo lo contrario!, ¡Jack!, ¡te conozco lo suficiente como para saber que a ti te pasa algo!, ¡no voy a parar hasta que me lo cuentes!,-- exclamó Dana determinante,

--¡Dana!, ¡no sé por dónde empezar!,-- exclama Jack mirando a Dana con desánimo, ---¡no te lo vas a creer!,-- continúa diciendo, --¿el qué, no me voy a creer?,-- pregunta Dana con expresión impaciente, Jack la mira un instante, en silencio, Dana arquea las cejas esperando, --¡vamos Jack!, ¡cuéntamelo!, ¿a qué esperas?--

Jack, la mira con resignación y dice desganado, ¡está bien!..., todo empezó cuando estábamos en el pueblo...- comienza Jack explicando; Jack, no recordaba todo lo que le había sucedido con exactitud, solo recordaba que había estado con sus amigos jugando a las cartas y después se había ido a su habitación a hacer las maletas, aunque en su subconsciente, algo le decía que la realidad no había sido así, sospechaba que algo extraño le había ocurrido, recordaba aquella luz cegadora y que quedó inconsciente, pensaba que había estado expuesto a alguna radiación y que por ello había adquirido esos poderes, pero también tenia dudas de si todo había sido un sueño.

Después de largo rato y de los correspondientes detalles, Jack descubre sus cartas a Dana y le desvela el secreto sobre sus poderes, que guardaba tan celosamente. Después de habérselo contado, Dana se le queda mirando fijamente, sin hablar, como intentando digerir lo que acababa de escuchar, --¿no me crees?,-- le pregunta Jack al ver la expresión de su cara, ella, callada, le sigue mirando fijamente a los ojos, --¿me estás tomando el pelo?,-- le responde escéptica, --¡por favor Dana, tienes que creerme!, ¡necesito tu ayuda!,-- le ruega Jack; ella, sin apartar la mirada de sus ojos, no sabe qué contestar.

Dana incrédula, después de permanecer callada unos minutos, exclama, --¡desde luego, vaya historias que me cuentas!, ¿me estás diciendo, que después de jugar una partida a las cartas, subiste a hacer las maletas y que una luz muy potente te deslumbró y que te desmayaste y que a partir de entonces tienes poderes?, 

--¡a saber que os habréis fumado allí en ese pueblo perdido tus amigotes y tú!, ¡yo no sé, pero como guionista de una película de ciencia ficción habrías hecho carrera en Hollywood!.-- Jack cierra los ojos lamentando lo que oye, sabe que le va a costar trabajo convencerla, ya le ha ocurrido en otras ocasiones, con otros asuntos, pero reconoce que no eran tan "especiales" como este.

--¡Por favor Dana!, ¡te repito que todo lo que te he contado es cierto!, ¡necesito que me creas!, --suplica Jack desesperado cogiéndole la mano; en ese instante, Dana, le aparta la mano con indiferencia y se levanta del sillón abandonándole, --¡voy a beber agua!,-- le dice mientras camina hacia la cocina, Jack observa con enfado e impotencia como Dana se aleja, en ese instante, Jack mira fijamente la puerta del comedor y piensa "¡ciérrate!", y un metro antes de que Dana llegue a ella, la puerta se cierra de golpe dando un portazo ante sus ojos. Dana se detiene en seco y se queda parada, se vuelve a mirar a Jack, que continúa sentado en el sofá y pregunta aturdida --¿Qué es lo que ha pasado?,-- --¿me crees ahora?,-- le responde Jack levantándose del sofá y aproximándose a ella, --pe...pero eso, ¿lo has hecho tú?,-- le pregunta mientras retrocede hacia la pared, --¡sí, Dana!, es lo que te acabo de decir y necesito que me ayudes!, ¡por favor!,-- Jack avanza hacia Dana, que toca la pared con la espalda al mismo tiempo que levanta los brazos frenando a Jack, exclamando --¡no me toques!, ¡no!, ¡eres un monstruo!,-- grita desesperada,

--¡Por favor Dana!,-- ¡tienes que creerme!, ¡tengo un problema y no sé qué voy a hacer!, ¡he venido a contártelo!, ¡a pedirte ayuda! --, Dana, se queda apoyada en la pared con los ojos muy abiertos parpadeando muy rápido, nerviosa, desconcertada, Jack al final la abraza. Dana, apabullada, va asumiendo la situación, después de unos minutos le pregunta, --¿y cómo?,-- -- ¡no sé cómo puedo ayudarte!,-- ¿qué más cosas puedes hacer?,

Jack responde, --puedo mover objetos a voluntad, antes no sabía controlarlo, pero ahora sí, puedo influir en las personas con solo mirarlas, puedo hacer que hagan lo que yo quiero, con solo pensarlo, aunque eso aún no lo he practicado contigo, no quiero influir así en ti, también creo que puedo manipular la energía, modificarla, y posiblemente más cosas que desconozco, de momento he experimentado eso;

--La cara de Dana es una máscara, inexpresiva, como si le hubiera dado un aire, ¡Dana!, ¿me escuchas?, le pregunta Jack al ver la ausencia de reacciones en ella, --¡Dana!,-- la coge por los hombros y la agita, Dana esta aturdida, Jack la lleva al sofá y la tumba, se arrodilla a su lado, e intenta reanimarla, Dana enseguida reacciona y se incorpora llevándose las manos a la cabeza.

Ambos, sentados en el sofá, reflexionan y asumen la situación, se enfrentan a un increíble problema, algo inaudito y sorprendente y no se imaginan las consecuencias que tendrán que afrontar.  

Después de un prolongado silencio, Jack comenta -¡lo que ocurre, es que noto como si algo se hubiera desconectado en mi cerebro!, ¡es como si tuviera una laguna!, ¡como si parte de lo que me ha pasado se hubiera borrado!, ¡no sé exactamente que me ocurrió en ese pueblo!,-- Dana lo mira y dice, --¡escucha!, Jack calla de inmediato, --¡quizá sí pueda ayudarte!, ¿cómo Dana?, ¿cómo vas a hacerlo?,-- pregunta Jack interesado, --¡sí, Jack!, ¡conozco un amigo que practica regresiones, así averiguaremos que es lo que te ha ocurrido en realidad!--

¿Regresiones?, --pregunta Jack, --¡sí!,-- responde ella y a continuación explica --es una técnica de hipnosis regresiva, que hace que retrocedas al momento en el que te ocurrió. A través de esta técnica, se accede a la zona del cerebro que está bloqueada y de esa forma tú mismo nos vas a contar lo que te sucedió en aquel instante, aunque en estado consciente no lo recuerdes y posiblemente cuando vuelvas a estar consciente tampoco recuerdes lo que has contado, pero de esa manera, conseguiremos saber a qué nos enfrentamos y qué es realmente lo que te pasó.

Este amigo mío está especializado en eso, pero hace tiempo que no hablo con él, aunque aún guardo su dirección y teléfono, nos lo dimos cuando nos despedimos, se llama Harry, Harry Larson, trabaja en el Centro de Investigaciones Neuronales San Charles, un centro especializado de inversión privada, ¡muy elitista y exclusivo!

Dana sigue hablando, --Harry y yo, estuvimos juntos en la facultad, coincidimos dos años haciendo asignaturas comunes, ¡recuerdo que me tiraba los tejos!,-- exclamó sonriendo, --después de licenciarnos, se fue por otros caminos y decidió inclinarse hacia la técnica de la regresión como tratamiento psicológico, y poco antes de licenciarnos, me enseñó su trabajo de fin de máster que se titulaba "la hipnosis como herramienta en la terapia cognitivo conductual", ¡o algo así, eso él, lo decía mucho!, y para este tipo de casos, según me contaba es muy efectiva.

-- ¡Vaya!,-- responde Jack abrumado, --¡Sabía que no me equivocaba acudiendo a ti para pedirte ayuda!, ¡ahora lo veo claro!, ¡pues venga, llama a tu amigo ese, "el que te tiraba los tejos" -- dijo Jack con ironía --y vamos a verle ahora mismo!, Dana le sonríe y salen los dos del apartamento.

Mientras se dirigen al coche, Dana saca el móvil del bolso, busca el número de teléfono de su amigo y sin dudar, lo marca.

Vi a Dana marcando el número de Harry y antes de que comenzara a hablar la miré a los ojos y le dije en voz baja --¡sé discreta, a ver qué le cuentas!, ella me mira y me tranquiliza sonriéndome-- --¿Harry?, ¡hola!... ¿cómo estás?, ¡no sé si me recuerdas!, ¡estuvimos juntos en la facultad!, ¡soy Dana!, ¡sí!, ¡la misma!, ¡cuánto tiempo!, -- Dana habla con Harry, muy animada, parece que ha habido suerte y podremos ir a verle hoy, realmente tengo ganas de que esto se solucione, de que esto termine, aunque suponga ver a Harry, el que "le tiraba los tejos", porque por muy alucinante que sea lo que me pasa, me gustaría saber qué es y porqué me pasa a mí.

Después de unos veinte minutos, estábamos en el Centro de Investigaciones San Charles, una clínica privada, en un edificio clásico, muy hermoso; Harry nos espera en su consulta de la novena planta. Salimos del ascensor y buscamos la consulta, la numero doce.

Caminamos por un pasillo de techos altos y grandes ventanales acabados en medio punto, el suelo es de mármol, grandes baldosas de diversos colores, --¡diez, once, ya llegamos!, ¡la número doce!, ¡ahí está!,-- exclama Dana precipitándose hacia la entrada, hay una sala de espera muy elegante y al fondo de la sala la puerta de la consulta, Dana toca suavemente con los nudillos, una voz suena en el interior, --¡Adelante, pase!,-- Dana toma el pomo y lo gira, al entrar, una sala espaciosa, elegante y muy iluminada con una gran mesa de madera de roble macizo, de donde Harry, se levanta al vernos, --¡adelante por favor!, ¡pasad!,-- parece un tipo agradable, sale hasta la puerta a recibirnos, le da dos besos a Dana y a mí me estrecha la mano, he notado una leve vibración al hacerlo, --¡vaya!, ¡Dana!, ¡no has cambiado nada!, ¡estás estupenda!,-- le dice Harry a Dana mientras la mira de arriba abajo, --¡y tú también Harry!, -- le contesta ella y continúa hablando --¡te presento a Jack, mi novio!,-- --¡hola Jack!, ¡y parece, según lo que me ha contado Dana, que tú eres el paciente!, ¿no?,-- me pregunta ofreciéndonos asiento--¡pues sí, eso parece!,-- le contesto.

--¡Bueno, vamos a ver!,-- exclama colocándose en su silla y comenzando a teclear en el ordenador, --¡Dame un segundo que te abro una historia y continuamos!,-- a los pocos minutos me hace un cuestionario de preguntas, las típicas de los datos y todo eso, y después...

--¡Bueno Jack!, ¡pues cuéntame!, ¿qué es lo que te ocurre?,-- comienzo a contarle todo lo que me pasa, parece que ahora, tengo que repetir las mismas cosas cada dos por tres, me tendré que ir acostumbrando, Harry de momento no me hace preguntas, prefiere que le cuente todo y después ya me hará las preguntas pertinentes. Le cuento hasta donde recuerdo, lo mismo que a Dana y vuelvo a hacer hincapié en lo de la luz, la misteriosa luz, una luz cegadora, a partir de ahí tengo un vacío en mi memoria, una especie de laguna en la que no recuerdo con claridad, según le explico, es como si una parte de mis recuerdos estuvieran borrosos, sé que algo ocurrió, siento como si se hubiera borrado la información y ya no recuerdo más, después, me desperté en mi habitación, eso es lo que le cuento a Harry.

--¡Bien Jack!,-- me responde --parece que se trata de un caso típico de "amnesia retrógrada", es decir que hay una parte de tu pasado que no recuerdas, pero recuerdas lo que ocurrió justo antes y después de ese momento, por lo tanto, tienes una ausencia parcial de memoria, de una parte de tu vida pasada, hay que investigar por qué y para recuperar esos datos, habrá que hacer una regresión a partir de lo que sabes, --

Dicho esto, Harry, se levanta de la mesa y nos invita a ir a otra sala dentro de la consulta, es una sala oscura, enciende una luz, es una luz tenue, hay una camilla y una mesita al lado, en la mesita hay un equipo parecido al de hacer electrocardiogramas, pero es diferente, este tiene instalado un monitor de imagen y una grabadora de sonidos, también hay una silla al lado de la camilla y un sillón.

--¡Por favor Jack túmbate en la camilla!,-- me pide, yo obedezco y me tumbo, también me pide que me afloje el cinturón y me desabroche los botones de la camisa; Dana se sienta en el sillón, justo enfrente, cerca de mí.

--¡Esto no dolerá!, ¿verdad?,-- le pregunto mientras me pone una maraña de cables por toda la cabeza y las muñecas y pegatinas en el pecho; mientras me las pone, me viene a la cabeza lo que sucedió en el ascensor de la oficina, espero que no pase nada y los aparatos, funcionen bien.

--¡En absoluto!, ¡esto no duele, es completamente inofensivo!, ¡no te preocupes!,-- responde Harry a mi pregunta sonriendo, --¡bueno!, ¡ya casi esta!,-- exclama después de instalarme todos los cables y conectarlos al aparato. Después apaga la luz y enciende una luz azulada tan tenue que apenas se percibe, en el aparato se distingue un manómetro iluminado por una luz amarilla, con una aguja que se mueve lentamente dibujando una gráfica, en ese instante, Harry se acerca a mí y me dice, medio susurrando...

--Ahora Jack, quiero que sólo te concentres en mi voz, sólo quiero que escuches mi voz, quiero que te relajes, que cierres los ojos y que te concentres en una imagen, un mar en calma, quiero que te concentres en el tono de mi voz y veas solo, un mar en calma, la tranquilidad del agua, un cielo azul, quiero que sientas como te invade la paz, la tranquilidad, como tu mente se relaja, ahora, llena tus pulmones y respira hondo, muy despacio...--

No sé qué ocurrió, pero al poco rato, después de exhalar el aire, estaba como inconsciente, aquellas cálidas palabras que dijo Harry susurrándome al oído, la monotonía de su voz y una playa tranquila que recordaba de unas vacaciones que fuimos Dana y yo, surtió efecto, estaba como sedado, me percataba de todo lo que me decía, pero no tenía voluntad de nada más, me encontraba súper relajado, muy a gusto, parece que me hubiera administrado alguna droga, algún sedante, ¡es increíble este Harry!, después, comenzó a hacerme preguntas con un tono de voz muy suave y agradable.

--Bien Jack, ahora, cuéntame todo lo que ocurrió aquel día...--

Yo, estaba relajado, tumbado boca arriba y con los ojos cerrados, respondí con voz sosegada y tranquila ...

Respiré hondo y comencé a hablar,

-- Sí, lo recuerdo, fue en verano, por la noche, creo que eran más de las doce, me encontraba sentado, no estaba solo, estábamos en el hogar de la lumbre de la casa del pueblo,  hablábamos... no recuerdo de que... es una casa preciosa, está entre unas montañas, fuimos en el coche de George, Robin nos convenció para ir, sólo él, conocía ese lugar, no es un sitio fácil de encontrar, la carretera es peligrosa y el pueblo está muy escondido entre las montañas.

¡Sí!, recuerdo que no me encontraba bien, hablabais sin parar y a mí me dolía la cabeza, me levanté de la silla y salí de la casa... ¡quiero tomar el aire!, ¡no os aguanto más!, recuerdo, que caminé varios kilómetros, llevaba mi linterna, me adentré en el bosque, estaba oscuro, ¡los ruidos!, ¡oh!, ¡los ruidos!... Harry le pregunta --¡si Jack!, ¿qué ruidos?,-- ¡los ruidos me asustan!, ¡me persiguen!, Jack comienza a sudar --¡tranquilo Jack, respira hondo!,-- le tranquiliza Harry, con voz suave --¡cuéntame Jack!, ¿que son esos ruidos?,-- le pregunta, a continuación la aguja del aparato comienza a moverse rápidamente, la gráfica que dibuja es más ancha, los picos más pronunciados, --¡calma Jack!, ¡lo estás haciendo muy bien!, ¡sigue!, ¡no tengas miedo!, ¡relájate!, ¡despacio!...-- la aguja se va deteniendo, poco a poco vuelve a la normalidad, hasta dibujar la gráfica de trazo suave del principio, la voz de Harry vuelve a tranquilizar a Jack que continua hablando, --¡sí!, ¡los ruidos!, ¡algo sacude las ramas de los árboles!, ¡los arbustos!, ¡algo me sigue!, ¡lo noto tras de mí!, ¡percibo que es algo horrible!, ¡no es humano!,... Harry y Dana permanecen callados, apenas respiran, Jack, sigue en la narración de lo que ha vivido --¡de repente la luz!, ¡esa luz cegadora!,

¡La luz me ciega y caigo al suelo!, me noto aturdido, ¡me levanto!, ¡hay una niebla espesa!, hay algo, ¡distingo... sombras!, ¡son siluetas alargadas!, ¡altas, muy altas!,-- la aguja vuelve a moverse rápido de nuevo, --¡aún estoy mareado!, ¡me noto... más ligero!, ¡estoy flotando!, ¡la luz me eleva!, ¡miro mis pies y no toco el suelo!, ¡miro hacia abajo!, ¡estoy subiendo!, ¡está muy alto!, ¡miro hacia arriba y hay un enorme círculo luminoso que me atrae!, ¡voy hacia él!, ¡creo que estoy a más de quince metros del suelo!, ¡suspendido en el aire!, pero... ¡no tengo miedo!.

Harry y Dana sobrecogidos, serios, se miran, Harry sigue pendiente de la grabadora, Jack, continúa con los ojos cerrados, hablando --¡la...la luz, me introduce en una cúpula blanca!, es... como una sala redondeada, esférica, sin ventanas, el color de sus paredes es blanco, como un blanco lacado, pero no parecen pintadas con pintura, da la impresión de ser una niebla difusa, o un líquido blanquecino que parece moverse, como si las paredes estuvieran vivas, parece que estoy dentro de algo vivo, es extraño, es como una gran esfera blanca; creo que... aún me encuentro suspendido en el aire, pero voy descendiendo lentamente, miro hacia abajo, veo el suelo del bosque, me encuentro a una gran altura, lo veo a través de algo parecido a una plataforma transparente, como un suelo de cristal que se va haciendo opaco lentamente mientras desciendo y el bosque va desapareciendo.

De repente, del suelo gris que acaba de aparecer, surge otra plataforma más pequeña, se va haciendo visible poco a poco, de un plano casi translúcido se materializa algo parecido a una camilla, me doy cuenta de que sigo descendiendo y lentamente quedo tumbado en ella.

Intento moverme, pero no puedo, permanezco largo rato tumbado, no sabría calcular el tiempo, diez, veinte minutos, no sé, no percibo ningún sonido, ningún olor, nada. 

--En ese instante me decido a hablar, a preguntar, --¡hola!, ¿hay alguien?, ¡por favor!, ¿quiénes sois?, ¿Qué queréis de mí?, --, pregunté dos, tres veces, en voz alta, mi voz resuena en el habitáculo, hay un extraño eco, pero no obtengo respuesta, no se me ocurre qué decir, o qué preguntar, realmente no sé... no sé ni donde estoy ni que es lo que me está ocurriendo.

En ese instante Jack, que continúa bajo los efectos de la hipnosis, hace una reflexión sobre lo que le está sucediendo, lo hace como si le estuviera pasando ahora mismo, aquel momento pasado, ahora es presente para él. Harry y Dana siguen atónitos, callados y pendientes de lo que cuenta Jack.

En este momento he recordado alguna historia que he escuchado en la radio de personas que han sido abducidas por seres extraterrestres, pero siempre me han parecido fantasías, estas cosas me las he tomado un poco a risa, la verdad; he sido siempre un poco escéptico con respecto a estas cosas, pero ahora, parece ser... que en este instante, ¡me está sucediendo a mí!

Sigo tumbado en esta extraña sala, no sé cuánto tiempo llevo aquí, pero... he notado algo, es como un ruido suave, como una ráfaga de viento que se cuela por un agujero, giro la cabeza y veo a mi lado algo, o alguien.

Acaba de aparecer ante mí, un ser alto, muy delgado, intento fijarme detenidamente en él, tiene una piel semitransparente, a través de ella se distinguen lo que podrían ser sus venas y músculos, que son de color gris, está claro que no es humano, no se parece en nada, solo en que tiene forma humana, cabeza, brazos y piernas, ¡creo!; sus brazos son largos, su cabeza es ovoide, bastante grande, su cara brilla, es como plateada y tiene unos enormes ojos negros, no tiene cejas ni pestañas ni pupilas, tiene una pequeña boca inexpresiva, no distingo su nariz, es extraño y a la vez fascinante, lo curioso del caso es que no tengo miedo, no me encuentro incómodo, ni nada parecido, lo miro fijamente, y él, parece que me mira también.

Veo que extiende una enorme mano de cuatro dedos y me la pone sobre la frente, pero sin tocarme, no me toca, pero su mano, está fría... un espantoso escalofrío me recorre la espalda hasta la nuca, la oscuridad se apodera de mí, no veo nada, creo que aún tengo los ojos abiertos, pero todo está oscuro, mi mente está tranquila, una extraña paz se adueña de mi cuerpo y mi mente.

Me aborda la extraña sensación de no ser dueño de mí mismo, creo que ésta mano extraña, de piel transparente, ¡parece de plástico!, está absorbiendo mi energía, o me aporta la suya, no estoy seguro, también noto, como algo me toca las piernas, el cuerpo, intento incorporar la cabeza para ver de qué se trata y me quedo horrorizado, --¡no!, ¡no!...-- veo otro ser espeluznante sobre mí, su aspecto es estremecedor, no se parece en nada al primero.

Tiene apariencia de insecto, un enorme insecto parecido a una araña, con un cuerpo oscuro y deforme de donde salen unos largos apéndices negros, parecen patas y está encaramado sobre mí.

De lo que parece el abdomen surge otro apéndice, parecido a un aguijón con una pronunciada punta que me palpa, me escudriña y parece que está a punto de perforarme el vientre, --¡no!, ¡socorro!, no puedo dejar de mirarlo, aunque la mano que tengo en mi frente me impide levantar la cabeza.

Entonces percibo algo frío que me toca el estómago y me presiona,-- en ese instante, la aguja del manómetro comienza a moverse rápidamente de nuevo, --¡es algo punzante!,-- Jack, continúa hablando --¡cada vez me oprime más!, ¡comienza a hacerme daño!,-- Jack se inquieta moviéndose incontroladamente en la camilla, Harry intenta sujetarle, Jack sigue hablando, --¡cierro los ojos con fuerza!, ¡no puedo moverme!, ¡noto como ese objeto punzante me pincha el estómago!; ¡noto como me atraviesa la piel!...

En ese instante Jack grita desesperado, la aguja se vuelve loca, el trazado es desmesurado, --¡tranquilo Jack!, ¡estás a salvo!,-- exclama Harry, Dana, tiene lágrimas en los ojos, --¡creo que me ha perforado y algo se ha metido dentro de mí!,-- Jack mueve la cabeza hacia los lados está muy inquieto, --¡es una sensación horrible!, ¡algo vivo, se mueve dentro de mi cuerpo!, ¡es algo alargado!, ¡noto las sacudidas en mis entrañas!,--

Jack se retuerce en la camilla, Harry intenta calmarlo, --¡cómo me presiona el estómago!, ¡noto como sube por mi esófago!, ¡no puedo respirar! -

--¡Basta!, ¡basta ya!, ¡para eso!, ¡páralo todo Harry!, -- grita Dana desesperada, levantándose del sillón, --¡espera Dana!,-- la detiene Harry --¡aún sigue hablando! --, ¡él está bien!, ¡no le ocurre nada!, ¡lo que pasa, es que está viviendo el momento en su mente!,-- Jack continúa hablando --¡no puedo gritar!, ¡algo me lo impide!, ¡intento levantarme!, ¡es inútil!, ¡no puedo moverme!, ¡su mano me lo impide! -- Jack está angustiado, pero no para de hablar...

¡Algo con patas se mueve!, ¡trepa por mis entrañas!, ¡me va a salir por la boca!, ¡está en mi garganta!, ¡aggh!, ¡noto la boca llena de algo amargo, vivo!, -- en ese instante Jack grita horrorizado y tosiendo se incorpora quedándose sentado, se pasa la mano por la cara y se arranca los cables, está sudoroso, Harry lo desconecta todo, Dana corre a tranquilizarlo, --¡tranquilo Jack ya pasó todo!, -- exclama Harry intentando calmarle, --¡qué ha pasado!, ¿dónde estoy?, --- pregunta Jack desorientado, --¡cálmate Jack!, ¡estas a salvo!, ¡estás en mi consulta!, ¡estas con Dana, tu novia!,-- Jack mira a Dana, que le seca el sudor con un pañuelo, se tranquiliza, los tres siguen en la sala, se hace un silencio, nadie habla.

Jack, sentado en la camilla, más sosegado, más centrado, pregunta, --¡bueno Harry!, ¿qué ha pasado?, ¿qué tal la prueba?, ¿qué has descubierto?, -- Dana vuelve al sillón y se sienta, mira a Harry, ambos se miran, callados, Jack les mira, esperando una respuesta --¿quiere explicarme alguien qué ha pasado?,-- se impacienta Jack, Harry se levanta de la silla en silencio y ayuda a Jack cogiéndole del brazo, sin decir nada los tres salen de la sala, Harry ocupa su silla, Dana y Jack las suyas en la sala de consulta, Harry mira fijamente a los ojos a Jack y le pregunta, --¿seguro que no recuerdas nada de lo que nos has contado?,-- Jack despistado por la pregunta le responde con otra pregunta --pero, ¿qué os he contado?, ¡No recuerdo nada en absoluto!, por favor, ¡si os he contado algo, os agradecería que me lo dijerais!,-- ruega Jack visiblemente confuso.

En ese instante, Harry le dice a Jack --¡disculpa un momento!,-- hace un gesto a Dana y se meten en la sala de la camilla de nuevo, dejando a Jack solo, sentado en la mesa de la consulta, él, los mira extrañado; en la sala contigua, Harry comenta a Dana en voz baja,

--¡Mira Dana!, ¡creo sinceramente, que no se lo debemos decir ahora!, ¡creo, que es conveniente que pase un tiempo para ver cómo evoluciona!,-- Dana confundida le pregunta --y, ¿no será mejor contárselo para que lo asuma y podamos afrontarlo?,-- Harry responde --¡yo creo que no, Dana!, ¡hasta que no sepamos qué es lo que le han hecho, es mejor que no sepa nada!, ¡con lo que tengo, voy a investigar!, de todos modos, no creo que nos haya contado todo; he de hacerle otra regresión, estoy convencido de que tiene más cosas que contarnos y es imprescindible que nos lo cuente, para poder investigar y sacar conclusiones.

-- ¡No es el único caso!,-- he visto alguno parecido, no con la información tan detallada como éste, ¡pero los hay!, ¡no es el único, afortunadamente!, pero desgraciadamente, alguno de los que entrevisté no ha logrado sobrevivir. En muchos casos la tensión es tan grande que sufren un colapso y enseguida les sobreviene la muerte, no lo soportan, aun así, intento todas las maniobras de resucitación, pero en algunos casos... no lo consigo. 

Otros, tras las sesiones sufren agotamiento psíquico y son ingresados en un centro mental, al transcurrir unos días sus mentes, en vez de mejorar padecen lo que se denomina atrofia cerebral y quedan con la misma capacidad cognitiva que la de un niño de ocho años.

Pero este... ¡este es un caso excepcional!, ¡he de seguir investigando!

Mira Dana, ahora no debemos contárselo, de momento déjalo en mis manos y cuando sepa qué hacer, te aviso y procedemos, ¡si se lo contamos ahora, puede ser contraproducente!, puede afectarle psicológicamente, no podemos arriesgarnos, ¡no sabemos el poder que se oculta en él!, ¡los alienígenas, le han manipulado el cerebro y le han transferido unos poderes, que ni él mismo es capaz de dominar!, posiblemente lo tengan intervenido y puede que lo controlen, ¡estoy convencido de que ahora mismo saben que está aquí!, ¡que lo tienen localizado!.

Harry sigue hablando, mientras Dana, le escucha callada con gran atención -- ¿Te has preguntado por qué le han transferido a él, esos poderes?, ¿por qué a él?, ¿para qué?, ¿con qué fin?, eso es lo que tenemos que averiguar, ¿por qué le han dotado de poderes sobrehumanos?, ¿quizá para cumplir alguna misión?, ¡no sé Dana, me vienen a la cabeza un millón de preguntas!, ¡esto es más serio de lo que parece!, ¡hay que esperar!, ¡no sabemos a lo que nos enfrentamos!,-- Dana, abrumada y muy seria, asiente mirándole con los ojos muy abiertos, mientras, Harry la tranquiliza y le dice, --¡se lo voy a explicar!, ¡tú calla y estate tranquila! y sobre todo no le digas nada de lo que hemos escuchado!.-

Harry estaba convencido de que era mejor omitir los detalles y no contar toda la verdad a Jack sobre lo que él mismo había contado bajo hipnosis, para no cargar con más tensiones la cabeza de Jack, ya que las gráficas que se habían registrado durante la sesión, indicaban una actividad fuera de lo normal y una sobrecarga cerebral y según su experiencia, por los resultados obtenidos en otros casos, teniendo en cuenta estas circunstancias, quería evitar correr riesgos, ya que de no hacerlo podría desembocar en un problema vascular, un derrame o en el peor de los casos un ictus. Así que, tomó esa decisión a modo de precaución, para evitar empeorar las cosas.

En ese instante, ambos salen del cuarto, Dana se sienta al lado de Jack, y Harry, toma asiento en su mesa y dirigiéndose a Jack le dice:

--¡Mira Jack!, ¡te voy a ser sincero!, los resultados obtenidos, no han sido suficientemente concluyentes, quizá, debamos esperar un poco, unos días, creo que no debemos precipitarnos, ¡tomaros unas vacaciones!, ¡os sentaran bien!, y cuando pasen unas semanas, volvéis a verme y os explicaré lo que haremos, además me gustaría hacerte otra regresión, ya te citaré para hacerla, entretanto te voy a recetar estas pastillas que bajarán la presión de tu cabeza, te relajarán y ... Harry, visiblemente nervioso sigue hablando sin parar; mientras, del cajón de su mesa, saca un talonario de recetas y se dispone a extenderle una a Jack, éste, le mira contrariado, con cara de desconfianza; a continuación Harry le entrega la receta y comienza a escribir un informe en el ordenador, unos minutos más tarde, concluye el informe, hace una copia en un pendrive y se lo entrega a Dana.

Jack, no entiende la forma de proceder de Harry, no está convencido y se siente engañado, sospecha que Harry está tramando algún plan para ocultarle la verdad y la reacción de Jack, puede ser imprevisible.

--¿Estás de coña?,-- responde Jack --¿a qué hemos venido hoy aquí entonces?,-- Harry y Dana se miran, --¡Será mejor que me contéis lo que habéis escuchado!, ¡que yo os he contado!, ¡y cuanto antes!, exclama Jack con notable enfado; en ese instante, sus ojos se vuelven de un color verde incandescente, Harry y Dana quedan boquiabiertos, mirándole fijamente, sin pestañear, --¡tranquilo Jack!, ¡tranquilo!, --exclama Harry levantándose de la silla lentamente, para retroceder hacia atrás, Jack tenía los ojos completamente refulgentes, unos ojos alienígenas como dos potentes linternas que proyectan un haz de luz verde intenso, estaba claro, a Jack enfadarse no le sentaba bien; Dana seguía sentada, sin moverse ni un milímetro, callada, no había visto esa reacción en Jack y le mira absorta y sobrecogida.

Harry, intenta tranquilizar a Jack por todos los medios, sospecha que eso que le ocurre no consiste solo en que sus ojos se pongan verdes y ya está, sino que lo más seguro es que ese signo, preceda a algo más serio y estremecedor y Harry, lo intuye.

--¡Ya veo!, ¿qué pretendíais?, ¿ocultármelo?, --exclama Jack enfadado mientras se levanta de la silla y golpea con la mano abierta la mesa de escritorio de Harry, el golpe es aparentemente moderado, pero la mesa cede partiéndose en dos, todo lo que hay sobre ella, papeles, bandejas de informes, el ordenador y demás cosas se precipitan al suelo quedando partida completamente por la mitad, ambos, Harry y Dana retroceden hacia atrás y quedan estupefactos contemplando el escenario, la mesa ha cedido bajo su mano como si fuera de papel, no saben que decir, en ese instante Harry exclama-¡Está bien Jack!, ¡de acuerdo!, ¡te lo contaré!, ¡te lo contaré todo!, ¡pero tranquilízate por favor! ..., los ojos de Jack poco a poco vuelven a la normalidad, se lleva una mano a la cara para despejarse y al darse cuenta de lo que ha hecho, se queda asombrado... 

--Pero... ¿cómo es posible?, --exclama aturdido, --¡si apenas he tocado la mesa!, ¡oh!, ¡Dios mío!, --¡podría haber matado a alguien!,-- exclama llevándose ambas manos a la cabeza, mientras un flash back le hace recordar lo que sucedió con aquellos chiquillos en el parque el día que regresó de viaje --Harry y Dana, aun nerviosos, se miran, --¡tranquilo, no te preocupes!, -- exclama de nuevo Harry-- ¡todo esto se puede arreglar!, ¡lo que importa es ver cómo podemos ayudarte!,--.

Harry, poco a poco recupera la calma y se acerca a él para intentar apaciguarle, Dana se queda quieta dónde está, sin moverse.

¡Tranquilo Jack!, ¡ya pasó todo!,-- y le explica- ¡mira Jack!, ¡te lo voy a contar todo!, al parecer, por lo que acabo de ver, aparte de otras cosas sobrenaturales que te ocurren, cuando te enfadas, tus ojos se transforman de un color verde intenso, como proyectores de luz deslumbrante, ¡es algo increíble!,--exclama entusiasmado sonriendo con asombro,-- y, cuando eso ocurre, tu fuerza se incrementa exponencialmente, creo que en esos momentos no eres consciente del poder que tienes, pero de lo que tengo dudas, es de si tú lo controlas, o este poder, te controla a ti.

Jack, mira a los ojos a Harry y en ese instante, éste le confiesa... --¡por eso, no quería contarte lo que tú nos has contado bajo hipnosis, que fue lo que te sucedió en realidad!, ¡eso fue exactamente lo que te ocurrió!, ¡pero lo hacía únicamente por tu bien!, ¡para protegerte!,-- Jack, sigue mirando a Harry sin pestañear y Harry, concluye diciendo, --¡puede, que estés en peligro Jack!,

Dana, se acerca a él y le coge la mano mirándole con ternura, ambos se miran, en ese instante Jack, se derrumba y se sienta en la silla abatido, --¡esto es una desgracia!,-- se lamenta con lágrimas en los ojos, Dana intenta animarle, ¡vamos Jack, tranquilízate!, le dice mientras se sienta a su lado, --¡lo vamos a superar, ya lo veras! -

Harry toma otra silla y apartando algunos objetos del suelo de los que habían caído de la mesa, se acerca a ellos dos y se sienta al lado de Jack, hace un breve silencio, le mira fijamente a los ojos y se dispone a contarle todo lo que él les ha contado bajo hipnosis, lo que realmente aquel día le sucedió.

--¡Jack!, por lo que he podido deducir, el día que estuviste en el pueblo, cuando saliste de la casa, parece que te perdiste en el bosque y fuiste abducido por unos seres extraterrestres, ¡unos alienígenas!, te subieron a su nave, estuviste con ellos, y yo no sé lo que pasó, pero por lo que tú nos has contado, creo entender que de alguna manera han intervenido tu cerebro, ¡Jack!, ¡nos has contado cosas horribles!, según nos cuentas te acostaron en una camilla, y algo terrible te hicieron, nos cuentas que un ser alto, color gris, estuvo a tu lado y puso su mano sobre tu cabeza, y posteriormente nos cuentas que otro ser horrible parecido a un gran insecto te inoculó algo a través de un aguijón, penetrando tu vientre,-- Jack, pone expresión de horror...

Esos seres, han manipulado tu cerebro como si fuera el disco duro de un ordenador, te han instalado unas habilidades que no tenías y te han borrado datos, de forma que ahora eres capaz de realizar acciones impresionantes e incomprensibles, imposibles de realizar por un ser humano normal. Posiblemente han borrado todo lo relativo a tu estancia en la nave para que no sepas nada de ellos, ni recuerdes nada de lo que viste, ni de lo que te hicieron, ni su aspecto, por eso tienes esas lagunas en las que no te acuerdas de nada, como te dije antes.

Por otra parte, mi intuición me dice que esto es por algo, no tengo idea de por qué lo hacen, ni de porqué te han escogido a ti, pero estoy convencido de que lo hacen para cumplir algún fin, no creo que te lo hayan hecho por capricho, sin más, intuyo que quieren que hagas algo, lo que no sé es, ¡qué puede ser!...

--Harry, sin apartar su mirada de la de Jack se queda callado y pensativo un instante, Dana y Jack le miran sin perder detalle, después de unos segundos Harry continúa hablando-

Además, pienso que es muy posible que te tengan controlado, antes lo hablaba con tu novia, no creo que te hayan dejado con esos poderes ¡y ya está!, sino que posiblemente te tengan localizado es como si te hubieran colocado un GPS y sepan en todo momento donde estás y tu situación exacta.

--¡Oh, dios mío!,-- exclama Dana alarmada, Jack escucha a Harry sin decir nada, apenas respira, pero su cara, poco a poco cambia de expresión, parece que las palabras de Harry hacen mella en Jack, y su semblante refleja gran preocupación. 

--¡Oh por dios! y, ¡qué voy a hacer ahora! --, exclama desesperado Jack en ese instante, --¿Cómo voy a averiguar qué es lo que quieren?, ¿con que fin me han hecho esto? -

--¡No lo sé!,-- responde Harry acto seguido, --pero estoy casi seguro, de que tú solito lo vas a descubrir,

A continuación se levanta de la silla, se acerca a un depósito de agua que tiene en un rincón de la habitación, coge un vaso de plástico, pulsa el botón del grifo, lo llena de agua y la bebe de un trago, --¿queréis un vaso de agua?,-- les pregunta a ambos, que le siguen con la mirada, callados como estatuas; y continua diciendo,-- ¡el agua es muy sana, e hidrata mucho!, ¡un simple vaso de agua, te aclara las cosas!, ¡bueno!, creo, que debéis tranquilizaros, todo irá bien.

--¡Bueno Harry!, ¡no te molestamos más!, y... ¡disculpa por todos los desperfectos! -- se levanta Dana de la silla disculpándose y despidiéndose, --¡no os preocupéis!, --responde Harry, --¡lo ocurrido no tiene importancia!, no ha sido ninguna molestia, sino todo lo contrario!,-- me he alegrado mucho de volverte a ver, y lo que le ocurre a Jack no deja de ser un caso fascinante, e increíble, no obstante, si necesitáis cualquier cosa ya sabéis donde estoy, y tened paciencia con esto, tendréis que afrontarlo, poco a poco.

Harry, se aproxima a Dana y le da dos besos, uno en cada mejilla, a Jack le da la mano, a continuación, les acompaña a la puerta y se despiden.

Daba la impresión de que se tratara de una simple enfermedad habitual, como si fuera una gripe, un catarro, o un dolor de muelas, al final, esa era la impresión que le quedaba a Jack, la de salir de una mera consulta médica cotidiana y ya está, aunque la realidad fuera mucho más inquietante y estremecedora y que no iba a ser solucionada con medicamentos, precisamente.

Después, ya solo en la consulta, Harry intenta poner un poco de orden y recoge del suelo todos los objetos que tenía sobre la mesa y que ahora está destrozada; la CPU del ordenador ha sufrido un golpe violento y Harry no pierde un minuto en comprobar su estado, en ella tiene todas las historias e informes de todos los pacientes que trata, incluido el de Jack.

Recompone el ordenador sobre una camilla e intenta arrancarlo sin éxito, la CPU ha quedado dañada y no arranca el sistema operativo; lo vuelve a intentar, arranca de nuevo el ordenador y lo consigue, parece que funciona, se muestra la interfaz previa con las opciones de acceso a la BIOS, pero de inmediato aparece una pantalla negra con un mensaje de error, "damaged boot sector" y vuelve a apagarse, --¡oh Dios mío, no puede ser! -- exclama Harry al ver el mensaje y continúa diciendo --¡sector de arranque dañado!, ¡no!, ¡no!, ¡no!, ¡no!-- se lamenta; parece que el disco duro ha sufrido la peor parte.

Harry, estuvo intentándolo durante varias horas, sin conseguirlo. Ahora su preocupación se incrementa exponencialmente, gran parte de su trabajo de años, está en ese ordenador, desesperado frente a la máquina, se lleva las manos a la cabeza, y exclama irritado --¡oh!, ¡por Dios!, ¡la culpa es mía, por no haber hecho una copia de seguridad en otro equipo!,-- comenta afligido --¡todos los informes!, ¡las historias!, ¡el informe de Jack!, ¡el archivo con la grabación bajo hipnosis!, ¡todo está ahí!, ¡he de recuperarlo!, ¡tengo que recuperar ese informe!, ¡he de conseguirlo como sea!,-- exclama al final, colérico.

Entretanto en el coche, camino a casa, --¡Jack!, ¡no dices nada!, ¡llevas callado desde que salimos de la consulta!, ¿en qué piensas? --, pregunta Dana con el volante entre las manos, --¿y ahora qué?,-- responde Jack, --¿nos vamos y ya está?, ¿aquí acaba todo?,-- Dana gira la cabeza un instante hacia él y le responde con otra pregunta --¿y que esperabas?, ¡a eso hemos venido!, ¡ya sabemos lo que te pasó!, ¡Harry te ha dicho lo que te ocurrió!, ¡te ha contado, lo que tú nos has contado!, ¿qué más quieres Jack?,--

--¡No sé Dana!, ¡por un momento pensé que me daría una solución más definitiva!, ¡que me solucionaría el problema!, ¡pero realmente me voy como he llegado!, ¡de la misma manera!, ¡con la misma sensación!, la sensación de ser un bicho raro!, ¡no me siento igual que las demás personas!, --

--A ver Jack, Harry, no podía hacer más de lo que ha hecho, al menos, sabemos lo que te ocurrió realmente ese verano, y además, nos ha dado el informe en un pendrive que lo tengo yo en el bolso, ¡eso ya es mucho!, y para mí, tú eres el mismo, a pesar de lo que te ha pasado, sigues siendo el mismo, no has cambiado, eres el que eras, esto no te ha cambiado el carácter ni tu forma de ser, además, ¿qué pensabas?, ¿qué esto era cosa de ir al médico, y con unas pastillas te lo iban a solucionar? -- exclama Dana mientras detiene el coche en un aparcamiento, para poder hablar con más tranquilidad.

--Jack, tú no eres ningún bicho raro, eres la persona que quiero, me gusta como eres y esto que te ha ocurrido no es algo trivial, sino todo lo contrario, es algo que va a marcar tu vida para siempre, es algo extraordinario que te ha sucedido y creo que has tenido mucha suerte de estar vivo y poderlo contar, porque no todas las personas a las que les ha ocurrido esto han vuelto, muchos han muerto, o jamás se supo de ellos; he leído bastante al respecto, ¡y desaparecen!; sé que no debe ser fácil mentalizarse de una cosa así, pero esto lo vamos a superar, me vas a tener a tu lado, y vamos a hacer lo que haga falta para que vuelva todo a ser como antes, ¡yo te quiero y te voy a ayudar, cariño-- 

Dana mira a Jack con lágrimas en los ojos, ambos se abrazan, durante unos minutos permanecen callados mirándose, después, Dana pone de nuevo el coche en marcha y siguen su camino.

Ya en casa, --¡bueno!, ¡hasta mañana no vienen mis padres, así que puedes quedarte esta noche!, como la casa de mis padres está más cerca de tu trabajo que la de los tuyos y como tú madrugas más que yo, mañana, con poco antes que te levantes, tardarás menos en ir a trabajar, -- exclama Dana mientras entran por la puerta de la vivienda, --¡de acuerdo!, -- responde Jack con semblante abatido.

Poco a poco va transcurriendo el día, pasan las horas, reinan los silencios, las miradas lo dicen todo, aunque callados, ambos entienden la gravedad del asunto, no es un asunto fácil de resolver, no es algo que estemos acostumbrados a tratar, simplemente, porque no es un problema corriente, no se trata de un problema que puedan resolver los hombres, sencillamente, porque el problema que tiene Jack... no es humano.

Después de cenar, Dana y Jack, ven un rato la televisión, y transcurrido un tiempo prudencial, se acuestan, mañana Jack ha de madrugar.

A la mañana siguiente, a las siete, suena el despertador; Jack se levanta con sigilo para no despertar a Dana que aún duerme, coge su ropa y la besa en la frente, al salir de la habitación, cierra con cuidado, acaba de vestirse en el comedor, se ajusta el nudo de la corbata, coge su maletín y sale de la casa, llega a su vehículo, enciende el motor y pone rumbo al trabajo.

Al llegar al edificio de oficinas, introduce el coche en el garaje, aparca y apaga el motor, coge la chaqueta, el maletín y sale del vehículo; mientras cierra con el mando, advierte que desde enfrente alguien le vigila, está medio oculto tras una columna, Jack no distingue la cara, está bastante lejos, pero parte de su vestimenta queda al descubierto y se aprecia vagamente lo que parece ser una cazadora color marrón y un pantalón vaquero, parece un hombre grande, Jack disimula y actúa como si no se hubiera dado cuenta de que lo vigilan, a continuación, camina despacio hacia el ascensor que le lleva a la planta donde está su oficina, pulsa el botón de llamada, el ascensor se abre y Jack entra en su interior.

Las puertas se cierran, pero antes de hacerlo una mano asoma por la ranura y el ascensor vuelve a abrirse, --¡buenos días! --, me saluda un compañero de otra sección, yo le respondo al saludo y después de pulsar los botones, el ascensor se pone en marcha.

Le miro la cara y la vestimenta por si fuera el que me vigilaba hace un instante, pero no lo es, la verdad es que ya no confío en nadie --y pensando, sigo en mis cosas-- "Hoy tengo que hablar con el sr. Goodman", me gusta hacer un repaso de lo que tengo que hacer, mientras, el ascensor sube en silencio, solo se oye la suave melodía ambiental del hilo musical del ascensor.

De repente, oigo un claro comentario, "¡Ah vaya!, ¡este es el tipo raro ese, del que todos hablan!", --¿Cómo dice? --, pregunto a la única persona que viaja conmigo en el ascensor, que me mira con expresión entre extrañado y asombrado y me responde negando con la cabeza --¡no!, ¡yo no he dicho nada!,--

--¡Perdone!, ¡me había parecido oír algo!, ¡lo siento!,-- le respondí, disculpándome; en ese instante, el ascensor se detiene, es mi planta, la quince; me despido y al salir, vuelvo a escuchar otro comentario, --¡pues a mí me parece un tío normal! --, le miro inmediatamente mientras lo estoy escuchando y me doy cuenta de que no habla, está callado, no ha movido los labios, ni siquiera me está mirando, salgo muy extrañado del ascensor y me encamino a mi mesa recorriendo el largo pasillo.

Mientras camino hacia mi mesa, me doy cuenta de que me observan, de que todos me miran, según recorro el pasillo observo que no me quitan ojo, ya se ha hecho algo habitual, pero me hace sentir, extraño; parece que soy el raro de la oficina; al llegar a mi mesa veo que al lado del teclado del ordenador tengo una nota, me quito la chaqueta, la pongo en el respaldo de mi butaca, me siento, cojo el papel y leo, "Buenos días sr. Connor, en cuanto llegue, pásese por mi despacho, sr. Goodman".

Es una nota de mi jefe, quiere que vaya a verle, ¡qué extraño!, nunca me cita tan pronto, ¿qué querrá? Así que, sin tardar, me encaminé hacia su despacho, toqué la puerta con los nudillos y... --¡adelante!, ¡páse!,--oí a Goodman gritar desde el interior, entro y cierro la puerta con cuidado, --¡buenos días sr. Goodman!, -- saludo mientras me acerco a su mesa, me ofrece asiento y me siento frente a él. Deja unos papeles que tiene entre manos y enseguida me mira fijamente a los ojos, callado, serio, sin decir nada, yo le miro y le pregunto --¡usted dirá, sr. Goodman!, -- en ese instante oigo su voz, pero él no está diciendo nada, sigue callado, "¡no sé qué voy a hacer contigo Connor!, ¡me tienes preocupado!".

Intento no cambiar la expresión de mi cara, y hago lo posible por disimular, pero, me quedo atónito al darme cuenta de que escucho claramente su voz y veo que él, no mueve los labios, mientras me digo a mí mismo, ¡estoy oyendo su pensamiento!, ¡Goodman no ha abierto la boca y yo escucho muy claro lo que piensa de mí!, ¡ahora me explico lo del ascensor!, ¡los comentarios de ese compañero que subía conmigo!

Yo continuaba haciéndome reflexiones sobre lo que me estaba ocurriendo y me percataba de que ahora podía oír lo que piensa la gente sin esfuerzo, sólo con desearlo.

Seguíamos callados mirándonos yo esperaba que Goodman me dijera algo, al final me dijo: --¡bueno Sr Connor!, ¡le he llamado a mi despacho porque me gustaría saber, ¿qué es lo que ocurre con usted?, --

--¡No sé a qué se refiere, sr. Goodman!,-- le respondí con cara de ignorante, --¡vamos sr Connor, ya toda la oficina está enterada de lo que ocurrió estos días atrás en el ascensor, a mi francamente me cuesta creer lo que me han contado, pero al parecer no estaba usted solo, había tres testigos, dos empleados de mantenimiento y una empleada de otra sección de esta empresa, que, según me cuentan,-- pone cara escéptica,-- usted, actuó de una forma increíble, evitando un grave accidente, ¡algo incomprensible!, y me cuentan que a usted... se le iluminaron, ¡las manos!; -- en ese instante me mira con desconcierto, deja de hablar y a continuación, me dice: --y es por eso que me gustaría que me explicara usted mismo, ¡qué es lo que verdaderamente ocurrió!, ¡su versión!.

Ya estaba un poco harto y no tenía ganas de andar con rodeos, así que le conté a Goodman, todo lo que me ocurrió ese día, toda la verdad del dichoso día del ascensor, con todo detalle, pero... era una historia muy difícil de creer y conociendo a Goodman me imaginaba lo que podría ocurrir...

--¿Como?, ¿me está usted tomando el pelo?, o ¿acaso se cree que soy imbécil?,-- exclamó a voces Goodman, levantándose de la silla  encarándose a mí con actitud violenta, yo, permanecí sentado en la mía, sin moverme,

--¡Sr. Goodman!, ¡le he dicho la verdad!, -- insistí, --pero, ¿qué ocurre aquí?, ¿se han vuelto todos locos?, ¿es que se han puesto todos de acuerdo para tomarme el pelo?,-- exclamó Goodman exaltado, --¿es esto algún complot contra mí?, ¡voy a expedientar a todos por esta burla!, ¿me oye Connor?, ¡a usted y a los que iban con usted en el ascensor!, ¡ahora salga inmediatamente de mi despacho antes de que tome medidas, que estoy seguro que no le iban a gustar!, ¡quítese de mi vista!,-- me gritó, y yo salí del despacho como alma que lleva el diablo.

Casi lo preferí, al parecer Goodman no se creía ni una palabra de lo que le contaban, iban con chismes a su despacho y ya estaba hasta el gorro, Goodman, hombre practico dedicado toda su vida a sus negocios, un hombre muy arraigado al trabajo, no se tragaba el rollo de que en su oficina, había un tipo que hacía cosas extrañas con las manos y movía objetos sin tocarlos, escuchó todos los argumentos y a todas las personas que acudían a su despacho, esa es una virtud de Goodman, que escucha a todo el mundo; pero al final, ya saturado, estalló, y yo, fui su válvula de escape.

Yo ya estaba acostumbrado a los exabruptos de Goodman, ya llevaba tiempo soportándole. De todos modos, su actitud me favorecía, el hecho de que no se creyera lo que le iban contando y que no me creyera ni a mí mismo, hacía que no estuviera tan encima de mí y me dejaba un poco más de libertad dándome un respiro; la opinión de los demás, me importaba un rábano. 

De todos modos, me intriga más el individuo que estaba vigilándome esta mañana en el garaje, ese si me preocupa.

La mañana iba transcurriendo más o menos de la manera habitual, sin muchos contratiempos, excepto los curiosos, que no dejan de vigilar estrechamente al "bicho raro", y no se molestan en disimularlo. Al fin de la jornada, al momento de salir, recogí todas las cosas de mi mesa antes de abandonarla, y después, como de costumbre me encaminé hacia el ascensor de bajada al parking, llegué al sótano y me dirigí al coche, lo abrí con el mando e instintivamente miré la columna donde esta mañana se ocultaba el tipo que me estaba vigilando, no había nadie, me metí en el coche y salí hacia casa de Dana. Cuando llegué, aparqué en el garaje de la casa, el coche de los padres de Dana estaba allí, lo que significaba que ya habían llegado de viaje, pensé subir a la vivienda para ver a Dana y saludar a sus padres y después me iría a mi casa, llamé a la puerta y me abrió su madre,

--¡Hola Jack!, ¿Cómo estás?, ¡muy bien Sra. Wilson!, ¿y usted?, ¿han tenido buen viaje de regreso? -le respondí, y ella a su vez me explicaba, --Dana acaba de salir al banco a hacer una gestión para mí, no creo que tarde, ¿quieres pasar y la esperas?, -- me quedé un instante callado, pensando y en seguida respondí, --¡de acuerdo!, ¡muchas gracias Sra. Wilson!,-- me dispuse a entrar, pero en ese instante, me asaltó como un flash, vi una imagen en mi mente, algo me decía que tenía que ir rápidamente a casa de mis padres.

¡Lo siento Sra. Wilson!, ¡pero acabo de recordar que tengo algo que hacer!, ¡y es urgente!, ¡muchas gracias y bienvenidos del viaje!, ¡bueno, como quieras!, -- me respondió, quedándose en la puerta extrañada.

Aceleré el paso para coger el coche, intuía que algo no iba bien, en mi cabeza solo tenía imágenes aparentemente sin sentido, de desorden, de caos y algo me decía que tenía que ir a casa, ¡mis padres podrían estar en peligro!.

Intentaba ver más cosas, algún dato más que me diera alguna pista de lo que ocurría, pero no tenía más. Mi conducción era ágil y rápida, pero me daba la impresión de que los semáforos se ponían en rojo enseguida, hasta que volvían a verde, se me hacía eterno; por fin ya estaba a una manzana de mi casa, llegué y aparqué en un vado, dejé el coche abierto y subí.

Al llegar a la puerta, me percaté de que estaba entornada, me pareció extraño, mis padres siempre la cierran; examiné la cerradura más detenidamente, había marcas en el bombín, tenía todo el aspecto de haber sido forzado, aunque no estaba roto; empujé despacio y pasé dentro, --¿papa?, ¿mama?,-- les llamé por si acababan de llegar y se hubiera dado la posibilidad de que se la hubieran dejado abierta, pero nadie me respondió. 

Entré con sigilo, me encontré todo revuelto, los armarios abiertos, los cajones volcados en el suelo, toda la ropa desordenada, por el suelo, mis padres no estaban, fui donde mi madre guarda las joyas, las tiene en una caja fuerte, la abrí, estaban todas, no faltaba nada. Estaba claro que no había sido un robo, tenía toda la pinta de ser un registro, pero ¿quién había podido ser?, ¿que buscaban?, ¿por qué?...

Las preguntas, llovían en mi cabeza y de lo que estaba seguro, es de que estaba dispuesto a llegar hasta el final, a averiguar quien era el culpable de todo este desorden y a descubrir por qué me pasaba a mi, todo esto.


CONTINUARÁ ...


¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar